viernes, 1 de noviembre de 2024

STROPHALOS DE HÉCATE (8)







 

LA IGLESIA

 

El compromiso de la zozobra perforo mi voz

Desde que me abandonaste, nunca, jamás

volví a tener una señal digna en mí.

La borrasca fortalece los madrigales en la montaña

como lagrimas que limpiaran todo el paisaje.

Sedienta esta mi carne en llamas.

Mi cielo está encerrado en las ataduras de un amor

que se revuelca en el barro de nuestro llanto.

Ahora soy un mendigo en las calles que solía ostentar

Los cementerios de la ciudad me llaman y me rechazan

Tu sé mi guía, mi lanza y broquel

Aunque ya no estés…

Tu partida me ha rayado hasta los huesos

Pero vivo en la esperanza que la tormenta

rejuvenezca las flores de mi alma

Por ahora camino herido y vago sin rumbo

Desacelerando, hundiéndome,

engañándome a mí mismo

Y tú eres mi iglesia, destruida, en ruinas y abandonada

Yo llorando agua tibia como sangre

Yo agarrando aire con mi mano acompañante

Nuestras vidas nunca se unen

Nuestros pensamientos nunca se apartan

Soy mi calvario, no hay sitio que no me pese

Tu reflejo en mi memoria inquieta

de inmediato me arrastra de regreso

a mis últimos años de juventud.

Mi alma en esta hora desolada

Se agita hacia la tuya, yace sin voluntad.

Encuentro entre niebla

y piedras la ruina fantasmal.

Escuálidos son los harapos de este ensueño,

escuchando detrás de la puerta

sin comprender por que

entraba una melancolía a la alcoba

que inundaba mi cara.

Ahora brillara la luz de los adioses,

mirando el techo blanco con su resplandor muerto.

Siempre esa tristeza que me acompaña en la vida

como si fuera mi sombra,

esa que está noche me acompaña

escuchándote susurrante en la brisa

una vez más…    

 


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Soy invisible. Vivo dentro de mi...

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