viernes, 4 de septiembre de 2015

NE ME QUITTÉ PÁS







HOLA A TODOS:

Durante algunas entregas estaré compartiendo con ustedes mi nuevo libro, titulado Ne Me Quitté Pás, un relato que en realidad comencé hace muchos años pero que nunca terminaba porque siempre ocurría algo y no podía continuar escribiéndolo. Finalmente había abandonado la idea de seguir con la historia, pero de un momento a otro este año, el relato se mostró solo y me guió hasta el final. Espero que les guste, o por lo menos les deje una idea, alguna opinión, o algún malestar. Gracias. 


STAROSTA
(RAFAEL BEJARANO)


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I                                                                  

Me he sentado a terminar por fin este libro, la segunda semana de Junio. Estoy escuchando a Los Beatles y me siento extraño de estar de nuevo frente a mi computadora escribiendo un libro. Hace mas de un año no escribía ni una sola línea y hoy, por fin me animo a volver a esa vieja manía, a esa vieja condición, a este terrible oficio del escribir, porque a pesar de que físicamente no me sienta en condiciones de hacerlo, las ideas en la cabeza a veces no paran y se convierten en una maldición que no deja dormir, no deja descansar, no le da paz al cuerpo.

Estoy intentando escribir una historia sobre una banda de rock underground, pero no, no me sale. Llevo años escribiendo fragmentos, tratando de llevarla a algún lado, pero no logro terminarla. Es que me gusta mucho escribir cosas sobre la música. Yo no soy músico. Soy un escucha de la música. Y por lo tanto guardo mucha información, porque mi historia con la música se remonta ano se. En realidad desde siempre escuchamos música. Desde que estamos en el vientre de nuestras madres tenemos un beat que no para de sonar sobre nosotros: El corazón de nuestra madre. Nacemos con un ritmo marcado desde el inicio. Somos hijos del ritmo. Aunque yo no se bailarPero eso no me ha impedido escuchar música. De hecho, nunca he podido dejar de hacerlo. La música es algo que nos llena de vida. Es como tomar distintos tragos, algunos son más suaves, pero otros son muy fuertes. Muy fuertes. Pero no hablemos de alcohol. De hecho ya no me gusta salir a tomar. No se por que de un momento a otro las fiestas y el trasnochar, completamente ebrio en cualquier calle, empezó a simbolizar un montón de cosas negativas para mi. Algo en mi esta cambiando todo el tiempo. No puedo ser el mismo de hace diez años. No puedo ser el mismo de la última navidad. No puedo ser siquiera, el mismo tipo que fui el día de ayer.

Yo crecí en algo que podría llamar fácilmente un barrio de clase media-baja. Un barrio popular que lleva el apellido de una de las familias politiqueras populistas del Líbano. Un pueblo incrustado entre montañas en el departamento del Tolima. El barrió Jaramillo. Pero era una calle agradable, excepto por la vecina de al lado, que siempre miraba a los demás como un montón de mierda, porque era separada, y porque se le notaba la rabia de serlo, con dos hijos, en un lugar lleno de guacherna. Al frente vivía doña Rosalba, una vecina que siempre nos vendía yerbas que nadie más tenia para curar algunos males. Recuerdo que ella me enseño alguna vez para que servían los pétalos de una flor llamada porcelana. Al abrirlas y ponerlas a asar por unos instantes, estas expedían una sustancia que, aplicándola en el oído, curaba de inmediato la otitis. Y créanme, si funciona. Fui curado más de una vez de ese dolor con esa flor. Y siera un barrio  que estaba bien, aunque yo siempre sentía que había una sensación muy violenta flotando en el aire. Siempre fui un transeúnte intranquilo de sus calles. Incluso hoy, si volviera a caminar por allí, sentiría lo mismo. Esa extraña situación en la que sientes que alguien te espía detrás de una cortina. Esa mirada de algún vecino cargada de rabia. Pero una rabia rara. No se como explicarlo
Mi casa era una casa tradicional de esos pueblos cafeteros: Una sala comedor enorme, techos de 2.10 metros de altura, cinco habitaciones, dos cocinas, un patio, un baño, y un enorme solar, en donde la abuela tenia sembrado de todo. Incluso había un lugar donde secar el café mojado que traían de la finca. Y claro, el infaltable cuarto de san alejo. Yo viví con mis abuelos paternos,  pues mi madre se fue muy rápido al cielo. Y bueno, hay cambia todo. En casa también vivía una prima que al igual que yo, término viviendo con los abuelos y allí crecimos, juntos, y siempre agradezco a los viejos que me dieron su compañía y cuidados.

Yo no aprendí ni mierda en la primaria, a pesar que cuando niño fui un chico brillante ¿Por qué no decirlo? Era el mejor de mi clase. Obtenía las mejores notas, los elogios de profesores que enseñaban lo poco que sabían y ya. Nunca nos dieron herramientas para ser un poco mejores de lo que el destino nos tenia preparado. Se limitaron a seguir la pobre guía académica. Pero bueno, pudo haber sido peorSolo odie a una profesora, la de música. Olga se llamaba la cabrona esa. Olguita le decían todos a una vieja gorda con lentes gruesísimos de aumento increíble, que le daban ese aspecto de lechuza mojada. Nos hizo comprar una flauta y nos enseñaba a leer las notas en el pentagrama. Yo siempre me sentí atraído hacia los instrumentos musicales, pero nunca pude aprender a tocar la flauta. Ocho años tenía yo en ese entonces, creo. No tengo ni la mas puñetera idea de cómo se toca una flauta. Y yo se que todo fue por culpa de la vieja verrionda esa que  no hacia sino joder con sus negras y corcheas mientras aplaudíamos con las palmas los tiempos ¡Pero la vieja nunca nos dejaba tocar la flauta! Siempre decía que después, que después. Y allí se quedo la flauta, llena de polvo, olvidada en algún cajón. Que hija de puta

Cuando uno empieza a crecer, el mundo, de alguna forma  se hace muy chico. Pero no es que el mundo en si lo sea, es el mundo en el que empezamos a nacer y a crecer, el que se hace diminuto. Y entonces uno quiere salir de ese mundo a otros mundos. Y en tu cabeza empiezas a tener una vida, no semuy surrealista. Y a mi me paso. Recuerdo que en el bachillerato fui un marginado los primeros años, y un rebelde, los últimos. Tenia una ira adentro mío que no sabia como canalizar, entonces me gustaba desarmarlo todo. Me gustaba provocar a la gente. Fui un irrespetuoso por curiosidad y un irreverente por convicción. Invente ese otro mundo en donde vivía metido. Y allí apareció la música. Recuerdo que eran principios de los años noventa. Y claro, la industria musical había sufrido un enorme cambio. La música alternativa era ahora lo comercial. Y eso vino de la mano de Kurt Cobain, todo el movimiento grunge y también toda esa movida indie inglesa. ¿Estamos hablando de rock? Si. Es mi respuesta. No voy a hablar de otras cosas más excelsas, más sofisticadas, más académicas. Yo me muevo en un territorio más vulgar. Por eso escucho rock. Aunque si confieso que lo escucho en todas sus variantes. No soy de esa gente estúpida y egoísta que solo escucha un género específico, porque lo demás le parece malo, feo, suave, o al contrario, le parece muy pesado, muy oscuro, o muy marica. No. Yo disfruto con casi todo el rock que cae en mis manos. Y lo que no escucho, no es porque me parezca malo, es simplemente porque yo como individuo no encuentro en ese panorama algo que me aporte, entonces ahí no lo escucho. Eso a titulo personal. En la radio pasaban música buenísima y había ciertos programas en la noche que eran excelentes. Recuerdo una emisora que ponían los lunes por la noche rock en español de toda Latinoamérica y era estupendo. Y las emisoras comerciales también eran muy buenas, porque lo comercial era escuchar rock alternativo. Y la música es la banda sonora sobra la cual empiezas a vivir experiencias, y muchísimo mas en la adolescencia. Cuando pensé en todo eso me anime a terminar de escribir esta historia, pero, como les dije, no me salió...


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NO SOY LO QUE PAREZCO....Y USTED TAMPOCO.