viernes, 10 de diciembre de 2010

MI OTRO YO VIENE DE OTRO (3)










E


Entonces quise para un futuro, creer que recordaba yo un amor que nunca tuve y para eso describí con frenesí un gran parlante de tu boca. Tú me llevaste por medio de la enorme satisfacción de poder arder a tu lado y entregarnos al mar del sediento, que se convirtió en barro, porque todo ahora era amor. Trace con tiza china un mapa mental donde dejarme llevar por la felicidad impostora y envidiosa que me alberga siempre, y pensé que esa mujer preciosa, salida del póster colgado en mi pared con propaganda gaseosa y curvilínea era mi mujer y por no sentir mareo me deje llevar por aquella farsa. Avance decidido en el camino incorruptible de describir tus cabellos y tu delgadez, tu blusa azul pálido, que no se por que siempre llevaste puesta y los pantalones que yo arrancaba en mi precipitación figurativa, en la cual yo efectivamente copulaba con ella. Un violín de gruesas notas enredo las palabras en el papel y desconsolado, dibuje un pequeño barco con el nombre: Farewell y una mano de despedida agitada que me decía adiós, pues yo deseaba mas que nada, saber como se sentía la despedida femenina y la fragmentación volátil de mil trozos del alma que se queda sola, errante y dolorida. La secuencia finalmente fue interrumpida por el llamado a la puerta y la entrada de mi medico particular, que quería saber yo como había seguido. Decidí entonces encogerme a proporciones milimétricas y riendo por lo bajo fui a esconderme como un niño travieso, detrás del vaso de agua que deje olvidado en el suelo, hace tiempo. Escuche a mi madre afanada comentándole que cada día andaba yo peor y que a veces veía en mi mirada que yo no la reconocía. Me salieron entonces unas aletas uniformes y fui yo un pez en tierra firme. Empecé a moverme angustiado pues fuera del agua no viviría mucho tiempo y fue cuando una luz extraña me volvió a traer en si y cayendo en cuenta, acaba de tener un ataque epiléptico. El doctor alumbraba mis corneas con la pequeña linterna y mi cuarto volvió a su posición original, cuando entre el y mi madre, me ayudaron a levantar…





F



Fe perdida. Brazos caídos. Pena. La casa es un cascaron ahora. La casa es mi amor. La casa es mi alma. La casa es mi mente. Esta vacía por dentro. No hay vida. No hay aire. No hay nada. Rasguño las paredes con fuerza y ni el polvo se deja ver. Ya no sangran mas mis uñas. Ya no tengo aliento. Estoy solo. Abandonado. Estoy maldito. Ella olvido este lugar y ahora parece una tumba olvidada. Esparcida. Desteñida del alba. No se en que puto mundo giro ahora. Todo es extraño. Respirar. Ver. Vivir. Sus manos ya no están entre mis manos. Nadie dice basta. Ella ya se fue y no dijo nada. Todos los lugares de mi morada huelen a su ausencia. Algo se esta muriendo en mi casa. La enorme sala llena de nada. Las sillas volcadas y la pequeña mesa de centro. La enorme lámpara de pie, ya no esta en pie. Un cuadro torcido, que antes era un paisaje, ahora es una enorme mancha enmarcada. Cuatro esquinas habitadas de abandono. Y polvo. Y mugre. Y dolor. Algo se esta muriendo en mi casa. La escalera que conduce al piso superior, ya sin forma. Ella ya no se apoya en sus peldaños. Ya nadie la sube. Solo su recuerdo, como un espectro, pasa veloz y se escucha el crujir, muy tenue. Tal vez lo que cruje son mis huesos. La escalera no cruje. Yo lo se. Estoy mintiendo. Esta haciendo frió y estoy muy solo. ¿Dónde esta el barandal de la escalera? ¿Se lo llevo ella? No me dejo nada. No me dejo ni siquiera mi alma, para que me acompañara. Algo se esta muriendo en mi casa. El cuarto principal, con una cama que es como una enorme piedra fría y costosa, donde nadie se recuesta. Un edredón que aun conserva el olor del frío. Unas sabanas que no son blancas, que no son nada. Las almohadas abiertas, destruidas, destripadas por mis lágrimas, que vienen de adentro. Que son de verdad. Lagrimas de un hombre que sufre sin saber sufrir, como todo lo que hace un hombre. Siempre sin saber nada. La pequeña mesita de noche, con el cajoncito por fuera. Ya no guarda joyas. No guarda remedios para la tos. Ni guarda remedios para la gripe. Ni guarda remedios para el trauma de la ausencia. No tengo remedio. No tengo asidero. Mi cabeza rodó en el suelo y se me perdió. Ya no la encuentro. Ya no la tengo. Algo se esta muriendo en mi casa. El baño, que antes era siempre tan relajante, ahora es un nido de ratas. Bajan por las tuberías. Apestan mi hogar. Apestan lo que era un hogar. Apestan lo que sea esto. No se como llamarlo. No me importa. No me importan las ratas, ni lo que pueda habitar en un baño abandonado, sucio, maloliente y encarnado de lama verde. Mi cara esta igual. Soy un desastre. Lo se. No tengo baño. No tengo remedio. No me importa. Estoy solo. No tengo que aparentar. No tengo que esperar nada de nadie. Es solo un silencio. Es solo esto. Algo se esta muriendo en mi casa. La cocina ya sin lumbre, ya sin movimiento. Fría. Ausente de todo. Nadie entra allí desde hace tiempo. Me da miedo entrar. No se que voy a encontrar. Ya no simboliza nada en mi cabeza. No trae algún recuerdo. No la ven mis ojos. La cocina no existe. Nunca tuve cocina. No se que es una cocina. Algo se esta muriendo en mi casa.

Yo.




G



Grandilocuencia que salio de su boca y me engaño. Salio de la boca de ella. Ella es un alfil, una reina, un tablero de ajedrez de baldosa. Ella esta siempre sentada al borde del agua. Piensa en la arena. Piensa como una sirena. Sirena loca. Hermosa es ella. Acurruca a todas las conchas en el borde mientras el agua se las lleva. Les cuenta historias de Poseidón cuando era joven. De Poseidón cuando era algo. Se sumerge y como es ella, se que no vive en castillos de arena. Escucha con atención y sus ojos miran y sonríen suavemente. Baila entre las algas y cabalga un caballito de mar plateado. No le gustan los arrecifes. Les tiene miedo. No habla con las ballenas. Siente respeto y solo mira como pasan sabiamente. Recostada en las tortugas, llena con letras de oro su diario de mantarrayas y lo cierra con cuidado. Tiene instinto de supervivencia. Tiene las manos heladas. Estrellas marinas intentan alcanzarla, pero corre sobre las aguas con gracia y escapa. Se ondula con las olas como el cabello de dios. Así viaja solitaria por los mares y no sabe que yo no se buscarla tan lejos. No se atraparla con una red infinitamente cocida a punta de anhelos y respuestas entrecortadas. Ella solo deriva sin brújula, sin norte, sin espejada. No arponea la duda su corazón y su inocencia son burbujas agitadas que vuelven borrosa el agua verde. El agua azul. El agua salada. Su espiral no es ordinaria. Es tan fino que solo su capa lo sabe con certeza. Sus piernas son un canal por donde todo transita: barcos, fauna marina, dioses ocultos bajo el agua, mi vida. Mi insignificante vida. Un balbuceo en el medio de sus palabras. Un guiño imperceptible en las cataratas de sus ojos marinos, que vierten lluvia fresca. Su tornado son malas noches de insomnio donde todo se le revuelve y la ponen extraña. Extraño paraje. Extraña justa de focas juguetonas. Entonces se vuelve un sonámbulo y llama barcos y galeones a sus cuevas, de donde no vuelven jamás, porque ella no despierta. Se encierra en la brisa de sus días, para olvidar. Y me olvida. Y es tan de raíz su deseo, que yo no existo. Yo no tengo vida en su vida. Todo siempre y por supuesto, hecho inocentemente por ella en su atmósfera… Ella me dejo, porque estoy enfermo. Estoy desahuciado. Yo no sirvo para nada.




SI NO ENTENDIO EL TEXTO ANTERIOR VUELVA A LEERLO CON LOS OJOS CERRADOS




CONTINUARA...