viernes, 16 de abril de 2010

IMELDA (5)



- No mientas más. Tú no me amas…

- yo si te amo – Le dije parándome de la cama.

- No es cierto…No me amas a mi, amas lo que represento yo para ti…

- Eres lo que amo…eso representas…Insistí.

- Tus palabras locas ya no me convencen, todo lo que necesito es amor…y tú juegas a amarme, como un niño carente de afecto.- Me dijo señalando con sevicia mi defecto

- ¡Maldita sea! ¡Si te amo! – Y me puse a llorar

- No – Dijo y me dejo de mirar - Amas la imagen de una mujer libre y por que no decirlo, bella. Amas lo que no puedes ser y quieres serlo a través mío. De mis ideas. Amas que los demás hombres nos volteen a ver cuando caminamos juntos y eso te llena de ego. Tener algo que otros quieren y no tienen. ¡Ten pantalones! ¡Reconócelo! ¡Te lo ruego! ¡Por eso estas conmigo, maricon! ¡Tú no me amas en realidad!... ¡Solo buscas en mi a tu mama muerta!

Yo seguí llorando junto a al puerta.

- Yo sabia que esto tarde o temprano iba a ocurrir – Continuo sin dejarme discutir…Vives en un puto mundo irracional…Yo deje todo por ti, y a cambio me diste esta rutina infernal que ya no soporto mas…Yo soy una mujer libre ¿Entiendes eso?...Y me agarro del cuello de mi camisa y acerco mi rostro empapado por mis lagrimas al suyo, hermoso, dislocado, inolvidable. Yo le di un beso…ella me soltó lentamente y se arrodillo en el suelo del cuarto con ese gesto de cansancio.

- ¿Por qué me haces esto? – Le pregunte susurrante.

- ¿Por qué me lo haces tu a mi? – Me respondió insultante mirando su maldito y estupido gato jugar un rato con mi camisa de algodón, que ella jamás plancho para mi. Por maricon.

No se si pasaron horas, minutos, segundos, días, pero los dos nos quedamos allí, en silencio, viendo los pedazos rotos, en aquel cuarto, éramos dos locos escuchando el silencio que ahora estaba conmigo. Una pareja fuimos. Estábamos partidos por lo más invisible que he tenido en frente: El amor. Ella encendió su eterno cigarrillo y se desnudó, solo para provocarme calor. Ella sabia bien que yo no podía soportar el solo pensar que otros hombres pudieran tenerla y por eso se acostó en la cama con su desnudez, mientras levantaba sus piernas y jugaba con el gato que siempre odie. Yo no tenía ni ese consuelo. Ya ni mis pies los quería el cielo. Probé mi propia medicina y alguna vez ya me lo habia dicho una vecina: Te vas a quedar solo.

- Eres una perra… -Le dije con rabia.

- Si…Aprendí del mejor…de ti.

Yo no lo puede resistir más y salí corriendo de la casa sin saber donde ir. Mi alma se la encomendé a San Cristoforo y decidí que mi vida en ese momento era un estorbo. Entre corriendo a la cantina y me bebí una botella de Un sorbo. Mi conciencia finalmente se me quedo embarrada. Yo lo tuve todo y después de Imelda me quede con nada. Me embriague hasta los huesos y caí sin sentido en mitad de la calle. Perdido, solo, derrotado, inanimado…


CONTINUARA...

lunes, 12 de abril de 2010

IMELDA (4)



-¿Qué haces? – Me pregunto Imelda desde la puerta del baño

- Nada - Le conteste mentirosamente fallando en el engaño.

- Si vas a empezar con la botella me avisas y yo me voy para la mierda. – Contesto secamente cepillándose su hermoso cabello. Lo pude ver desde la puerta.

- ¡Pues vete a la mierda! – Le grite para darle cuerda.

Ella salio furiosa del baño e ingresando al cuarto se coloco su falda mas corta y sus botas de siempre al acto. Se me subió a la sien toda la sangre al verla tan sexy saliendo un viernes en la noche. Yo tenía hambre de ella, pero me negaba a comer. Tenía un lado lleno de odio que siempre me decía: No. Era obvio, ella tenia otro, pero yo me llenaba de alcohol para no imaginarla junto a el.

Para ese momento ya todo iba mal. Yo bebía de noche y dormía de día, entre mi cuarto nublado y sin nadie al lado, pues Imelda nunca estaba. A mi me gustaba quedarme dormido y soñar con ella. En ese momento solo era mía en sueños, y presentía que saldría corriendo de mi vida en cualquier momento. Y no erré.

Una noche me encontré con ella en la puerta y mi estado de ebriedad no me impido detectar que ella habia estado con otro. Entramos a nuestra casa en medio de la interminable disputa. Yo le dije que ella era una puta y que yo no la amaba. Ella se rio de mi y se fue a dormir. Yo entre corriendo detrás de ella y le suplique que me amara. Que sin ella, yo no era nada, pero ella se quedo mirando la pared y en su silencio, se quedo dormida. Por ella yo volví a beber. Tal vez nunca deje de hacerlo. Es muy duro tener una mujer como Imelda. Yo trate de hacerlo todo, pero al final se me desbalancearon los ejes, se me apagaron los faros, me quede sin gasolina, y yo tan imbecil mande a revisar el carro, en vez de revisarme a mi…

Eso paso hace algunos años. Eso paso así. Así vi mi maldición nacer. Ya amaneció y yo estoy acá solo. No hay nadie aquí. Me levante afanado y me duche cansado y me fui volando otra vez al mismo lugar. Ya no pienso nada bueno por mi. Ya me olvide de todos los demás.

El bar esta oscuro, como siempre, por los vidrios ahumados por el asombro de todos nosotros, fieles borrachos, residuos de vasos rotos por la mano vulgar, que alcoholizada, nunca se cansa de levantar la botella y protestar, por la que se fue. Mi vieja nunca me lo dijo, pero con el amor hay que tener cuidado. Yo lo aprendí del modo inadecuado, sufriendo en la quimera de pensar que si puede ser, pero desde la primera me entregue al dolor, el cigarrillo y la desesperanza. La sangre no se cansa, y el destino me entrego un puñado de flores en forma de mujer, aprendí a perder, y sin orgullo, me convertí en un perdedor. Ahora gasto mis días oscuros entre malandrines, bohemia decadente y licor. Fumo por no poder hacer otra cosa. Aborrezco los jardines, pues siempre me recuerdan a Imelda. Me quedo dormido en la incomoda silla dándole de comer al rencor, me abraza el frio de la pared descascarada, donde deposite mi alma cansada. Mis fieles amigos me dan aliento, se sientan, comentan, y beben en nombre de mi pena, hasta que me pongo contento. La luz del mediodía me recuerda que falta mucho para que sea otro día, entonces llamo a la mesera y entre el humo del tabaco, yo comento siempre la misma historia, hago filosofía y me olvido por momentos de mí. Pido otra canción en la vitrola, la misma de siempre, la que me recuerda que no somos nada. Salgo al amanecer, tambaleante por la calle olvidada, donde vomito y no hay nada que hacer, y me voy llorando hasta llegar a mi casa, donde espero el final de la alborada para quedarme dormido.

Desperté esa mañana, sabiendo que tenía que olvidarla, pero no sabía olvidar. Imelda y su corazón. Su mirada cansada de buscarme sin encontrarme, hasta que algo le dicto su razón y la maleta en la puerta me aviso que todo habia terminado. Yo cerré los ojos, pues la habia perdido, solo era un jardinero infeliz, solo era un despojo, ella su decepción habia curtido, y sin mas demora, se marcho de aquí. Imelda me habia amado, y yo tambien. La alfombra de la sala fue testigo de esa fuerza pero ella se entrego a la decepción de ser yo un fracasado. Un símil comparativo destructivo y de antaño, reboso entonces por su boca cuando me dijo que yo era un cabron. Recopile casi diez años de mi vida en esa palabra y para desquitarme torpemente, la mande al carajo. Ni una lagrima asomo en su rostro, y yo, desesperado, mande una paloma verbal con la palabra: “Espera” pero esta no fue mensajera y tras la puerta desapareció. Ella tenia su encanto peculiar, desde la primera vez que la vi lo supe, y cuando me fui a vivir con ella, tambien me entere, que sin duda, me iba a quedar solo. Tome su cuerpo cuando aun estaba joven, vigoroso y delicioso. Imelda ya sabía como era todo, pues con otro hombre ya habia vivido. Tambien corriendo de el habia partido, y ahora era mi turno. No supimos ganar la partida con Imelda, y en la arena, el capote se me soltó y la grada no asomo ni un pañuelo blanco. Yo la vi por primera vez, sentada al lado mío, pero yo miraba sin comprender, noble bruto al parecer, porque mi reino es el del revés. Pero ella supo tejer la red, y yo, adherido y consiente, me di ánimos en la pelea y con calzón morado intente noquear, no tire la toalla y salí noqueado…


CONTINUARA...