viernes, 9 de noviembre de 2012

LA VIRGEN DEL CARMEN ELECTROACUSTICA (3)






LOS OCHENTAS


Con la llegada del cometa Halley el pueblo se entrego a las más oscuras premoniciones. Algunos pensaban que era castigo de la electroacústica, por ser tan pecadores. Otros pensaban que eso era obra del Chimbilax diabólico, que venia a apoderarse de la tierra. Los mas descarados, les importaba un culo, ya que en su hedonismo, se sentían vividos y lo que pasara con sus almas, los tenia sin cuidado. Los campesinos nunca se enteraron ya que ellos saben de trabajar la tierra, pero poco de astronomía y asteroides vengativos.

Eutimio estaba vistiéndose para salir de juerga esa noche. Cabello corto, mas rapado a los costados, patilla recta mutilada a la altura de la sien, y unos pelitos extravagantes en el cuello, tipo cola de ardilla. Algunos mechones de la frente estaban aclarados con agua oxigenada. Jean blanco entubado hasta el infinito y más allá, haciéndose casi imposible la introducción del pie por la manga del mismo, camiseta blanca, con mangas recortadas a lo tegua, chaqueta de Jean perforada en la espalda con un cuchillo, en apuñalamiento del aire. Remataban unas botas picudas impuestas por encima de los pantalones. Eran los ochentas. 

- Eso no se vaya por allá a gaminiar Eutimio, vea que ese cometa se va a venir del cielo, mijo… ¡quédese esta noche en la casa carajo! – Le recriminaba doña Aurora, madre del indisciplinado y siete vástagos mas, concebidos en la misma cantidad de años, gracias a la eficaz labor de su esposo, que no rebajo Montada vs. Cuajada

- Eso no me joda con mieditos maricas, mas bien no le eche tranca a la puerta, nos vemos madre -  Dijo el personaje saliendo apresurado del hogar.

- Vida berraca con este majadero…Electroacústica bendita protéjame a este pendejo…- Oraba la madre por su adorado retoño rebelde.

Eutimio paso por el viejo parque de los novios, mas conocido como el parque de los burros – Ni puta idea por que, aunque pensándolo bien, los unos y los otros son lo mismo – En el camino se encontró con Arbey, camarada de toda la vida y con Fabián, chico envidiado por todos, ya que era el único al que le había salido un insipiente bigote tipo pelo de lulo, haciéndolo ver mas adulto y mas horrible de lo que ya era. Se fueron directo al billar “la lindaraja” ubicado en el parque principal. Entraron con aire de hombres no desarrollados, amparados por el protector mostacho de Fabián, que seria el boleto directo a una mesa, tres cervezas, tres cigarrillos “Imperial”, bolas y tacos.

- ¡Garitero! Bolas pa esta mesa hágame el favor…- Grito engruesando su voz de pollino Fabián, sonando como una corneta destemplada en el billar. Eutimio se hizo el pendejo buscando un taco y Arbey puso cara de malo, mientras trataba de contener la respiración, esperando que los dejaran jugar.

- El encargado se acerco con las bolas y las tizas en la mano. Se quedo viendo a los tres personajes y dudo de la adultez de los mismos. En esas detecto el bigotito del muchacho y eso lo convenció de que todos eran ya hombres hechos y derechos. 

- ¿Qué van a tomar?
- Una cerveza para mi…- Dijo Arbey.

Segundos después eran sacados del billar, agarrados del cuello de sus chaquetas.

- ¡Vida hijueputa Arbey! ¡Cuantas veces le he dicho que no habrá esa jeta cuando entremos a los billares! – Protestaba colérico Fabián mientras se sentaban en el parque. 

- “Una cerveza para mi…”- Lo remedaba Eutimio poniendo voz afeminada – Con esa voz de niña que tiene seria que nos iban a creer que éramos mayores de edad…maricon.
- ¡No me la monten mas!…yo que culpa tengo…

Después de pelear un rato mas, decidieron dar una vuelta por el parque. Concebido plan de antaño del pueblo. Es como un registro que viene adherido al ADN de todos los habitantes del pueblo: ¡Ir a darle una puta vuelta al parque!

En algunas discotecas del sector se escapaban los soniditos de moda de la época. Se veían chicas con camisas de pepas y hombres con flequillos terribles. Atrás habían quedado los setenta. Y los ochentas eran un momento de quietud, como una guerra fría, en donde no pasaba nada en aquel pueblo. El café era bien pago en las compraventas y las cosechas eran buenas. La broca no existía y la roya hasta ahora era solo un proyecto de la naturaleza. Belisario Betancourt estaba recién subido al podio del poder y  el nevado del Ruiz aun estaba dormido, sin pensar en hacer erupción. La tecnología estaba atrasada, no solo allí, sino en todas partes, así que no había afán por dejar de vivir en un mundo real. Todo marchaba al ritmo del pueblo: Lentísimamente.

Después de darle la obligatoria vuelta al parque, Eutimio y sus compañeros se sentaron a hablar un momento, cubiertos por la oscuridad de los gruesos arboles del parque, a fumarse un porro y hablar de un tema que a todos les daba vueltas en la cabeza. Meses antes encontraron unos libros viejos olvidados en la casa de uno de ellos y hablaban de un tal Pedro Narváez. Desde que conocieron la historia del hombre, quedaron prendados con el guerrillero zapatero y sus ideales, en especial Eutimio, que de inmediato empezó a soñar con ser el nuevo Narváez de su generación. Incluso se habían contactado con guerrilleros bolcheviques de la región y estaban pensando seriamente en enrolarse en las filas de izquierda, en son de la revolución comunista y la igualdad, consignas que aprendieron de la historia de Pedro Narváez y los libros encontrados. Sentían que eran como una secta secreta que gustaba hablar a escondidas de todo lo que había sido la historia y legado de Pedro Narváez. Soñaban con una revolución, así como algún día lo hizo el zapatero del pueblo. Leían a escondidas libros comunistas y en el colegio siempre estaban buscando la manera de causar revuelo y alboroto. Sentían esa inconformidad del que no sabe por que es comunista, pero siente que le gusta y que eso lo hace ser más inteligente y más maduro que los demás. 

- Eso nos va tocar decidirnos rapidito. Acuérdense que estamos en último año y nos toca ir a pagar el servicio militar. ¡Y yo a este gobierno no le presto un  centavo!
- Si….- Dijo Arbey – Entre pagar servicio o irme con la guerrilla prefiero irme con los últimos… - ¡Por la lucha de un ideal de libertad me hago matar!
- Venga…pero rótelo… - Dijo Fabián estirando la mano.
- Ese Narváez era un duro parce… - Dijo Eutimio con ojos vidriosos…
- Si claro…Traducirse esos libros en ruso para entender la consigna comunista rusa…. ¡Y zapatero!

Y así continuaron por un rato mas fumando hierba y hablando de su héroe, de extracción propia de su pueblo. 

Terminada la disertación, Eutimio se despidió de los demás, iba a verse con Rosalbita. Esa noche era de gran importancia para Eutimio, pues ella le había prometido darle por fin la pruebita de amor. “Ya era hora” Pensó mientras se dirigía camino a la casita de la muchacha, que quedaba cerca a la de él, en uno de los rincones del pueblo, en donde el asfalto era una quimera, y en las afueras de las casas se podían ver las bateas para las bestias y enormes troncos en donde estas eran amarradas. Como era el último barrio del pueblo, al frente de este no había más que monte, el cual siempre emanaba su fresco y verde olor a cualquier hora. La iluminación publica era escasa o en el mayor de los casos, nula. Eran ya las diez de la noche y Eutimio bajaba por las calles con cuidado de no tropezarse con las piedras impertinentes del camino. 

Finalmente llego frente a la casucha de su amada y con total sigilo se deslizo junto a la ventana de lata de la chica y con sumo cuidado, en un acuerdo ya pactado, raspo con suavidad la venta tres veces con sus llaves. Un instante después escucho otro rasguño del otro lado. Era la señal. Ya venia Rosalbita y echarle “un huevo” a la doncellita era casi un hecho.

Rosalbita se había acostado desde temprano. En su casa tenían la costumbre de apagar luces y dormir después de las ocho de la noche. El cuarto de ella era compartido con sus dos hermanos menores que ella, los cuales a esa hora ya estaban totalmente “Foquiados” Ella, astutamente, se había acostado con la ropa de salir puesta: Una camisa de colores fuertes llena de pepitas negras, un pantalón que empezaba arriba del ombligo y terminaba bombachamente en los tobillos, custodiada su cintura por un cinturón enorme. Unos tacones bajos que llevo en la mano hasta el patio trasero, para no hacer ruido y en su cabeza un flequillo en forma de copa, el cual estuvo moldeando por horas, mientras esperaba la llegada de su hombre. Paso por el cuarto de sus padres, los cuales roncaban como marranos, y se trepo por detrás del gallinero de la casa y salto el muro hacia la calle, en donde fue recibida por lo brazos de su galán. 

- Hola mi vida…como estas de linda…
- Gracias. Tu también estas lo mas de querido… - Contesto Rosalbita mientras se ponía los tacones.
- ¡Claro! Porque esta noche es la noche… - Contesto mientras le tocaba con suavidad una nalga.
- ¡Oiga, no sea atrevido! 
- Ah…Vamos mas bien que ya le tengo un sitio lo mas de “nais”

Y diciendo esto salieron de aquel barrio y se internaron en la espesura del monte por unos diez minutos. El cielo estaba en luna llena, totalmente iluminado. Al fondo se escuchaba el ruido de la naturaleza.: El sonido de una quebrada lejana que corre y corre sin fin y mágicamente. Un leve viento mecía los grandes arboles y sus hojas creaban un aspecto de otra dimensión. Las hojas secas crepitaban dulcemente bajo los pies de los excitados jóvenes que se miraban, que hablaban de cosas sin importancia: Ella, de ropa y peinados y novelas cursis. El, de sus amigos, de motos, de billar y de Narváez. Ella le decía que estaba preocupada por esas ideas comunistas que el tenia. El le decía que todo iba a estar bien.  Y así, se internaban más y más en la espesura, que se enroscaba como una culebra. En ese momento, para ellos era como dirigirse a la gloria. Había una juventud en éxtasis imposible de definir en ese instante. Eutimio adelante, guiando el sendero, apremiado por la urgencia de su bragueta, que exigía ser alimentada. Atrás Rosalbita, tomada de la mano de aquel muchacho que la sedujo con visitas furtivas, notas escritas en hojas de cuaderno, esquelas baratas y credenciales con mensajes románticos que ella coleccionaba en una bolsita escondida en el fondo del cajón donde guardaba sus calzones remendados. 

Finalmente llegaron a un claro en medio de aquel monte. El pasto bajo invitaba a recostarse allí. Eutimio y Rosalba se entregaron a los besos y caricias, interrumpidos por palabras excitadas del hombre y exigencias de promesas de amor eterno concedidas por el macho que finalmente hecho mano de su hembra. 

- Espera… ¿Y si quedo embarazada?
- No…yo me vengo por fuera… - Dijo el amante con voz ansiosa  Mientras retiraba las ropas intimas de la chica y penetraba, por primera vez, la jugosa entrepierna de Rosalbita. 

En medio de los tallos y las ramas se escuchaba el jadeo del chico y los quejidos de la muchacha. El besaba sus senos en desorden, mientras ella imaginaba que ese hombre estaría con ella toda su vida. Él, en medio de sus ganas, pensaba que mañana les contaría lo sucedido a sus amigos. Finalmente el final del acto se anuncio en el asta viril del muchacho, el cual recordó su promesa de eyacular por fuera de la vagina de la ex virgen. Estiro sus brazos y levanto un instante la cabeza al cielo y entonces lo que vio, lo dejo aterrado.

Encima de él vio un disco redondo dando vueltas y emanando una luz extraña. Probablemente era un ovni el que estaba viendo Eutimio, pero, para alguien que no tenia ni idea de esas cosas, eso no era una explicación. Fue entonces cuando recordó las palabras de su madre esa noche antes de salir.

- ¡Hijueputa se cayo el cometa ese!
- ¿Eh? -  Gimió la chica

Y Eutimio en ese instante presa de la desconcentración, olvido sacar lo suyo del cuerpo de la chica, eyaculando hasta la última gota por dentro.

Cinco meses después, en la iglesia del pueblo, fueron bendecidos ante la imagen de la virgen del Carmen electroacústica en sagrado matrimonio. A la novia se le veía ya la barriga templada de un bebe que venia en camino…

Eutimio ya no piensa más en la revolución…. ¡Aunque al niño le pusieron por nombre  Pedro!



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EL MUERTO CONFIABA EN SU GENTE Y EN CALAVERA....