viernes, 14 de diciembre de 2012

LA VIRGEN DEL CARMEN ELECTROACUSTICA (8)





EL FESTIVAL DEL RETORNO II

Alborada. Los rayos de un sol denso inundan los tejados desteñidos del alba esquizofrénica. Resuenan tremendos y rojos los cascos de los caballos que en su transitar galopante por la avenida  ensordecen las demás calles. Retumban. Despiertan. Son las ondas sonoras de los carros y las motos. La pólvora estallando el firmamento. Los machetes resuenan allá, en lo profundo, lenta y salvajemente. Los mismos que hacen tambalear hasta morir los palos de café arábigo y las plataneras de un verde eterno y hacen  el sonido de fondo que no se puede oír, que se esta desvaneciendo, detrás de las mascaradas de la vida moderna. Rectángulos de casas dónde ya no hay salida. Círculos viciosos, aquí y allá. Una alcaldía que juega a  mostrar lo mejor del lugar solapando lo peor para el final, que es lo que traerá el dinero. Jugar al sueño colectivo. Destruir historia, respeto y cultura en harás de un progreso que no va mas. Los lugares van mutando con la llegada de la fanaticada etílica. Y de repente ya no son los mismos verdes de aquel monte, las mismas calles, los mismos árboles de luz. Ya no hay como escapar a esos gritos. Y tu, que nunca estas aquí. Nunca estuviste y nunca vas a estar, así, a mi lado. Todo un pueblo entrenado para disimular. Para esconder las incontables falencias. Para cubrir con risas los lamentos de la tierra que esta cansada de decir: ¡Ya basta! Y a esas voces los lugareños se reniegan con el grito a todo pulmón: ¡Salud!  Y eso es lo que ellos entienden simplemente como confraternidad. Y esto siempre es así. Un sitio más prostituyéndose en su propio festival.  Hasta el asfalto queda pegajoso en el manoseo de su ahora turbia identidad, que los hace frenar en las señales de la vía.  Los de los cabellos blancos se dividen en distintos bandos: Los más pudientes hacen parte del agasajo y los más pobres se encierran en sus cortinas harapientas y techos de viejos machimbres de los años ochenta.  Y los demás, que son los más sabios, caminan casi como si fueran invisibles, y recuerdan las guerras y las luchas del ayer, por repeler a esos que oprimían su verdad. Y de eso ya no queda nada. Solo el resoplar de los fervientes de otras décadas que no olvidan al viejo zapatero. Y esa es la verdad. Pero los hijos de la triste sociedad solo quieren practicar acentos de otras regiones. Sus mentes ya no saben disparar. Solo quieren actuar. Y voces complacientes como hímenes rotos que repiten insaciables: “No digan después que nos se les atiende como se debe”. Y nadie se atrevió a decir: “No digan después que no se les advirtió…”

Entonces se hizo la tarde. La alternativa juventud toma  la opción del poncho en lentejuelas y el sombrero de jipa, para enmarcar así su trópico intimo. La ciudad en serpentinas pierde la calma, y cuando desaparece el sol, las tapas rojas de las botellas de aguardiente vacías marcan caminitos etílicos hasta las mesas. Se inicia el ritual del dios Baco. Se sirven los tragos. Esas dos torres están llenas de mierda, y no propiamente de paloma. Vaya mijo, tómese ese cordial que se siente caliente al bajar por el gaznate. Vayan chicas, háganse una lobotomía. Corran  para ver la siguiente función. Corran con sus trajes espaciales de pueblo. La casa paterna no les importa, esa solo esta de paso. Vayan al centro, vayan camino a las putitas. Quédense con ese, con el mas moreno, que hoy será el rey de la pasada generación, reunida después de hace cuanto. Alfombra roja, remendada a un lado. Y ojala que llueva alcohol en el campo. Ojala no sea permanente esa cara de tontos. Ojala y tanto germen humano no volviera nunca…

Otras voces se alzan para la queja casual: “Ya no se puede caminar por las calles” “Esto esta abarrotado” “Esto si es bonito” y desde los celulares salvando distancias infranqueables, un amigo reprocha a otro diciendo: “¡¿Pero como es que usted no va a venir?!” “Se esta perdiendo el progreso” “Piénselo bien, solo le pido… Yo como si vivo la vida…” Y al otro lado de la línea un bostezo de abulia.

Yo los invito, desde mi ironía, a que vayan a ese festival del retonto….perdón…del retoño….digo….no se ni como se llama. Pasen y disfruten la arquitectura moderna de pensamiento montañero. Pase y camine en calles forradas de dinero sudoroso y ahora, mas que nunca, dudoso. Hasta la luz esta zumbando encandilada por ese falso oro. La vieja zalamera sobrepone su voz a la de la guacherna y dice: “Hace años no se le veía por aquí.” Otro retazo de conversación en otro lugar registra: “Yo se doctor, yo se…eso aquí nacimos con buena estrella, no ve que somos del pueblo”  Y los amigos de colegio, creyéndose de quince de nuevo, rezan así: “Tráigase una silla, venga hablamos un ratico” “Esta ronda yo la pago” “¿Quieren pollo? ¿O caviar? …”  “Así somos acá” “Fresco mijo, no se me asuste, que yo ya estoy asustado…” (Risas)

El pueblo esta emperifollado. Me lo vistieron de gala, en un evento ruin.  Los balcones enrumbados, retocados con vinilo astral. Muy cubista. También por allá visita mucho artista.  Mucho indio también por ahí, que son los molotov que estallaran verriondos en la madrugada, hinchados de aguardiente y frustración.  Y es que los que viajan son tan avanzados: Ingenieros, médicos, representantes de artistas. También hay trapecistas. Miren a la reina. Cetro de silicona. Reina Coca. Y por dentro….también! Y la herida del terruño sigue supurando. Los que saben como curarnos o se han ido, se han muerto o se aburrieron. Mundo de quimeras, sin arena. Ella y él, escondidos en una caseta lunar. Escondidos en la galaxia de plátano. Los dos rebobinando, no hacen más que recordar. El quiere ir a otro lugar, a olfatear su cuadril. Ella solo quiere imaginar que esta muy, muy lejos de casa.

¿Y los estudiantes universitarios? ¡Bendita sea la virgen del Carmen electroacústica! No ve que son pacifistas. No ve que son ecologistas. No ven que andan por ahí con sus mochilas tejidas y casi sin aire de tanto proclamar consignas remendadas de los años de upa. Sáqueles una mesa a los muchachos. Atiéndanlos. Son intelectuales, pero no pueden ver a quienes los han recibido. No pueden ver a los que los han servido. Ya están sonando las bandas marciales de los colegios. Ruidos de tambores de guerra. Guerra de niños. Niños pendejos. “¡Comadre! ¡Comadre! Venga” Grita la vecina montañera. “Mire como me están dejando de lindo el parque los visitantes” “Mire como me bañan en orines el obelisco de Don Isidro” “Nos hicieron falta más baños” Dice otro viejo atembado.  “Tenerlo en cuenta para el próximo retorno…”

Se escuchan gritos de placer. Ruidos de campo con ciudad refinada. Esta tierra es nuestra… ¿o no? “A estos eventos si vengo” Dice alguien que no tiene nada que ver con el lugar.  Los hombres se tambalean, pero entre tanta gente ¿Quién lo nota? Las mujeres regurgitan, pero entre tanto charco, ¿A quien le importa?

Y que siga la melodía….





************************************

EL MUERTO CONFIABA EN SU GENTE Y EN CALAVERA....