viernes, 11 de septiembre de 2009

EL JARDIN (3)




NOCHE ASIAGA

Me olvide de cerrar la puerta del sótano esta noche. Escucho esos aullidos lejanos de mis tres hermanas. Ya estoy en cama y las cobijas me han empezado a calentar. Va a empezar a llover. No quiero volver a levantarme, y buscar a tientas con la punta de los dedos de mis pies, las zapatillas con el piso tan frío como esta, luego colocármelas, luego la levantadora, bajar la escaleras….No. La puerta del sótano se quedara abierta. Punto. Esta noche esta muy fría y ya estoy tranquilo y confortable en mi cama. Quiero dormir y soñar profundamente. Quiero un sueño reparador. Estoy a punto de conseguirlo, cuando de repente escucho un tenue crujir lastimero y constante. Me quedo analizando por un momento ese ruido y deduzco que es como si algo se moviera. Es una de mis hermanas que llego arrastrándose y esta en la entrada de mi casa. Esta gritando como loca, irrespetuosa de mí sueño. Hundo mi rostro en la almohada, pero es imposible dejar de escucharla. ¿Por qué diablos no se calla? Entonces suena un trueno en esta noche aciaga y arranca un vendaval que no amaina. Tal vez la lluvia me arrulle y por fin pueda dormir. Pero entonces siento como si alguien estuviera saltando en medio de la tormenta. Suena como algo que brinca y se revuelca en el lodo. Es mi otra hermana que ya esta en el patio trasero. La acabo de ver, pues me asome un instante a la ventana. Tiene un espejo en la mano y esta bailando. Baila inmunda y descarada como un jabalí. Esta destrozando mi huerta con sus pezuñas sucias y malditas. Esta noche va a ser larga y tal vez debería bajar y asegurar la puerta del sótano con pasador. Pero es que ya es muy tarde. Maldita sea, si tan solo no lo hubiera olvidado, ya podría estar dormido. Entonces ocurre lo que temí desde un principio. El chirrido de la puerta del sótano. Alguien o algo la esta abriendo. ¿Ahora que hago? ¡¿Por qué no baje y cerré la maldita puerta como debí hacerlo?! Me escondo rápidamente bajo las cobijas y me quedo en silencio. Petrificado. Aterrado. La puerta de mi cuarto se abre. Alguien ha entrado llorando. Ya se quien es. Es mi tercera hermana. La mayor. Se mete en la cama conmigo y no para de llorar. Esta empapada por la lluvia. Yo he cerrado los ojos porque no quiero ver nada. Pero entonces pasa algo muy curioso, y es que a pesar de que ella esta llorando adolorida y sin descanso, ha venido a consolarme y en sus brazos, por fin, me he quedado dormido…