viernes, 4 de agosto de 2017

RIO MAGDALENA (8)



RIO MAGDALENA






Estoy acá observando la extensión tenaz de tu hermosura y respirando el aroma de tu brisa fresca, no puedo evitar sentirme conmovido al verte, me quedo de pie en la orilla del puente de Honda observándote viajar. Y al ver la belleza verde y los remolinos que forman tus aguas hasta cruzar, dar la vuelta y desaparecer, siento que mi tierra me cobija y me llama para que no olvidemos de dónde venimos.  Los pescadores rebuscan en tus entrañas, deseando tener suerte, como hicieron sus padres, harán sus hijos y sus nietos. En la orilla dejan de remar y atracan sus pobres canoas y con actitud optimista rebuscan en las redes los peces. Cantan mientras trabajan, comparten, venden y beben cerveza fría a la orilla, con el mismo ritmo firme. El ritmo del pescador. Humildes respecto al dinero, pero con un corazón que es moneda fuerte. Los guaduales en la distancia lloran, como dijo el maestro Villamil. La corriente eleva el ritmo de tus aguas poderosas, quisiera yo también entonar la misma melodía, pero no. No tengo el compás. Solo me quedo escuchándolo todo, desde el puente. Sigo buscando la ruta que me lleve más arriba, voy para el Líbano, recorro el Tolima. Rio Magdalena, caudal querido. Rio Magdalena, rio de Colombia.

Ahora la corriente está más brava. Sobre sus aguas viajan los vestigios de nuestra historia. La fuerza está en lo bueno de nuestra idiosincrasia. Transmitir nuestros valores no nos cuesta nada. Rio Magdalena, me enseñaste que el que aguanta es el que existe, sigues tu camino sin mirar atrás, nunca atrás. Depende de cómo se mire, algunos pueden llegar a verlo triste, pero eres el ejemplo de persistir cuando simplemente seguiste. Descubrí con el tiempo que conocí mi tierra cuando me fui. Cuando empecé a extrañar la gente, las costumbres, el barro, el aroma, los lugares, la vegetación. Y no fue por melancolía, fue porque empecé a conocer simplemente las cosas en las que uno no se había fijado antes. Al ver las aves que se elevan sobre las aguas del rio, quisiera ser como un pájaro que al despuntar la mañana, despierta y le canta al mundo el canto de una ilusión. Me gusta sentir al roble que se queda mirando como todas sus hojas caen al rio y se despide de ellas en silencio, mientras navegan hasta perderse en lo infinito. Rio Magdalena nacido en el páramo incontenible, acunado por las enormes rocas, desflorador de todas esas selvas vírgenes, que el repasa sin retomar aliento. Solo los barcos en la bravura de su recorrido hacen saltar la espuma, esa misma, la que se va como las ilusiones que nos depararon dichas pasajeras. Y en sus tropicales atardeceres, todos los colores se refractan en sus aguas, formando un impresionante oleo que ningún Dalí, ningún Picasso, ningún Van Gogh podrían reproducir jamás. La belleza de tu estampa es única, y no puede ser reproducida. Rio Magdalena que en tu transitar perenne unes los lugares, las gentes, las tradiciones, todas las voces, todas las tierras en una sola, y a eso es a lo que todos llamamos patria. ¡Rio Magdalena, orgullosamente colombiano!

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Cantaba al remar en su canoa a ritmo firme el pescador...