viernes, 4 de junio de 2010

IMELDA (11)


*Oleo de David Castillo

Perdí finalmente mi trabajo de jardinero. No tengo dinero, pero a cambio, me gane muchos problemas. Se me llenaron los sobres de deudas y advertí, con total vergüenza que no tengo amigos. Esa noche me encerré en mi cuarto y encendí muchos cigarros mientras pensaba en carros, vulvas y dolor. Merecido bacanal mental mortal de un animal como yo que es como un vegetal que se marchita sin sal, sin savia y sin hojas. La piedra de siempre me dio en toda la jeta, que nadie se meta, mi rabia y frustración vienen en almíbar, para embadurnar el pan, y ya me olvide de todas las chicas del can. Ya todo escrito, no quiero estar acá, me quiero volar para el carajo, cambiar el rumbo de tajo, no estar con nadie, pensándolo bien, me gusta entonces ese relajo. No tengo piernas para pararme pero estoy corriendo en el cansancio de llegar a ningún lugar. Estoy rodeado de paredes cochinas, ya deguste muchas vaginas, pero nada como el pedazo de cuero de Imelda. No tengo sombrero, estoy despeinado, no cruzare ningún mar a nado y eso es lo de menos. Me estoy arrastrando, se los estoy contando, nací para ser poca cosa, ya mi alcatraz esta enchapado en lozas, mármol de riqueza del no poder decidir por mí, porque yo lo digo a gritos: No soy libre. Puta manía la mía de masoquearme hasta caer…

Puedo irme a vivir una vida eterna, pero no creo que me reciban en el cielo. Camino con un halo de duelo, una enfermedad en mi hígado pintado con aerosol de alcohol. Y si. Estoy solo como el invierno frio en pleno verano. Empeñe lo poco que tenia y solo me alimenta la esperanza sutil de que exista algún lugar que me este esperando. Pero eso no esta pasando. Estaba pensando en enrolarme a un fusil y no me recibieron en el ejército, porque para eso yo ya estoy viejo. Analice mi situación y sin solución, me fui hasta las veredas a trabajar en lo que se pueda. Cogiendo café de plantas bajas gane algo de sustento. No estoy contento, pero por lo menos amanecí lejano de Imelda. Los otros trabajadores luchadores del jornal, comparten cigarros y vino barato, mientras vamos de plantación en plantación. Llegamos a las ciudades a los finales de mes y gastamos lo poco que ganamos en el mismo lugar. En el eterno lupanar triste, muy triste del sur, que me acoge en su interior, como si ya fuera una errante alma. Carmelita, la de siempre, la de trenzas desteñidas, me rebaja su tarifa y se abre al alba entre la brisa de Enero…

Escribí esta otra carta, y como siempre a Imelda nunca le llego:

Querida Imelda:

Todo mi ser se escondió bajo el agua. No te preocupes, pues ya me he convencido que te he perdido. Ya no tengo que abrir la puerta de mi casa. No tengo casa. No tengo ya más nada que perder. Veo el horizonte donde ayer te fui a buscar, pero ya no quiero. Recuerdo solo esos besos que son tuyos, que eran nuestros. Por lo menos serán míos, y eso es una cosa que escribo y se lee raro. El paisaje desde estas montañas se observa mas claro. No se que será mi vida y poca importancia tiene mi estancia. Estarás disfrutando como siempre de la libertad que se revelo desde tu pubertad, y yo me quiero dormir todas las noches con el recuerdo de tu ropa interior detrás del colchón, que ya no existe, que ya no tiene color. Tengo una sensación de rabia, y cuando limpio la hierba del terreno, le llego con toda furia hasta la savia. Se me están escurriendo los sesos. Todo somos seres presos de lo que hacemos. Pero no lo pensemos. Ya nada de lo que fue vuelve. Cuando la noche llega hay otra luz…

No aprendí nada para sobrevivir ¡Ay de mí! La realidad me atraviesa los pies hasta la cabeza. No tengo otra opción que escribirte cartas estos días, cuando el verano me aburre en el incienso de la melancolía. Tú precio ya esta muy alto y no soy pagador. Tengo solo dos monedas duras en el bolsillo y no les he podido sacar brillo. Los muertos bajan por la orilla del rio y el mundo sigue podrido. Ya no se si es lunes, o todavía es domingo. Vamos con nuevos amigo por las carreteras y caminamos jornadas enteras y eso me ayuda a olvidar mis problemas. Pero nunca me olvido de ti, mi Imelda…

CONTINUARA...