viernes, 26 de febrero de 2010

EL JARDIN (24)




DEVOCIONES

Las mujeres con el rostro cubierto llegaron después del mediodía. El calor derretía las calles polvorientas y quebraba el asfalto como una galleta bajo un camión. Todas cubiertas con velos negros. Todas llorando. Todas sufriendo. Caminan descalzas y algunas se arrastran de rodillas levantando sus brazos al cielo, preguntando por la tierra prometida. Están sangrando ya sus dedos, de tanto estar entrelazados orando. Llevan rosarios de cuentas desteñidas y pasan por nuestro lado y la gente se asusta y les arroja piedras y maldiciones. Las mujeres con el rostro cubierto no tienen edad, no podemos saberlo. Yo solo les veo sus ojos bajo este calor demencial. Yo solo veo sus cuerpos marchitos de tanto estar envueltos en esos ropajes negros. Están llegando al templo y la gente se amontona para verlas. Están orando en otras lenguas. Las mujeres están hablando en lengua desconocida. Es como una caravana del dolor. Es como una caravana morbosa. Nadie sabe quienes son ni de donde vienen. Se comenta que llevan años de peregrinación, pero ya han llegado hasta aquí. Los hombres más fuertes de la región se han apostado en la entrada del templo e intentan retenerlas en su deseo de ingresar. Pero las mujeres empiezan a encender sahumerios y arrojan su propia orina a los hombres. Otras toman sus curtidos pies, que llevan descalzos mucho tiempo, y se levantan las llagas para que brote sangre y pus, y empiezan a untar las caras de los hombres, los cuales, asqueados y espantados, se retiran en un afán por contener su repulsión y su temor. Las mujeres entonces empiezan un cántico interminable y van ingresando de a una, por fin, en el templo. Ya no hay nada que podamos hacer. Mañana debemos irnos.