viernes, 18 de septiembre de 2015

NE ME QUITTÉ PÁS (3)











Ella desdoblaba las servilletas al igual que lo hacía con su corazón. Después de merendar, se limpiaba con ellas y las arrojaba a la basura, al igual que lo hacía con su amor. Nunca tuvo motivos para reprocharle nada. Lucas sabía muy bien que el trato había sido tácito y se limitaba a cortejarla sin éxito alguno, mientras ella lo miraba con ternura. Pero no esa ternura de amantes exhaustos después de hacer el amor. No. Era más bien con el cariño que se le puede tener a un perro, a una vieja porcelana, a un edredón heredado por la abuela.

Ella miraba todo con ojos que Lucas no podía tener. Por eso él siempre sintió  que de una u otra forma ella lo despreciaba, pero cortésmente. Era una mujer incapaz de mostrar en su rostro, en sus acciones o sus palabras, señal alguna de enfado, vulgaridad o desdén. Lucas quería que lo ayudara a ver esas cosas que él no veía, pero ella simplemente guardaba silencio o pasaba sutilmente a otro tema. Era imposible escrutar a alguien así. Lucas lo intento, y solo logro que ella lo mirara y le dijera "Hola". Claro, ella permaneció entera, de pie, esperando su respuesta. Pero nunca se entero que Lucas se había derrumbado por completo, pensando, de manera infantil que se había dado cuenta realmente que él existía. Y eso es a lo que Lucas llamó imaginación.

Nunca supo bien que lo motivo a enamorarse de ella. Solo sabía que cada vez que le encontraba un defecto que lo llevara a desanimarse, aparecía una nueva virtud, una nueva cualidad, un renovado gusto por su belleza física. Era un sentimiento felino que tenia más de nueve vidas. Y nunca moría. Nunca paraba de crecer. Ella llegaba al lugar donde Lucas estuviese y nada ni nadie se movía entonces para él. Detenía su tiempo. Asesinaba las agujas de su reloj interno con su cadencia innata. Siempre estaba en su cabeza. Siempre. Como un tatuaje en su lóbulo frontal, en su hueso parietal, en las corneas de sus ojos. Eso fue lo primero, después descubrió con asombro que su cuerpo no iba donde Lucas quería, simplemente se limitaba a seguirla. Ella había sido elegida por él, por encima de cualquier otra mujer. El problema era que ella no lo sabía. O tal vez si, pero no le importaba. No era que lo odiara, simplemente no lo amaba.


Pero no todo fue tan malo entre los dos. Tuvo también la oportunidad de tenerla entre sus brazos, de besarla, de decirle cosas que sintió por ella, pero no de una manera total, pues temía que alguna desbocada declaración la asustase, o la hiciera pensar que Lucas se estaba tomando todo demasiado en serio y eso la alejara. Pero, para él todo lo relacionado con el amor o la pasión eran en serio. Desafortunadamente Lucas creía que no debía hacerlo de esa manera entonces se escudaba detrás de frases inteligentes que no eran suyas, tomaba actitudes que no le pertenecían. Con el tiempo terminaría arrepintiéndose de eso, pues al analizarlo bien, ella jamás lo conoció. Nunca supo quien era Lucas en realidad. Y eso lo puso más triste aun. Aunque podría ser que ella si sabía más de él de lo que Lucas creía, pues lo miraba en silencio a los ojos y no decía nada. Solo lo besaba. Y los ojos son la ventana del alma, según dicen. A menos que los vidrios en él estuvieran rotos, entonces si, no supo quien era Lucas. Y es algo muy probable.


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NO SOY LO QUE PAREZCO. Y USTED TAMPOCO...