lunes, 12 de abril de 2010

IMELDA (4)



-¿Qué haces? – Me pregunto Imelda desde la puerta del baño

- Nada - Le conteste mentirosamente fallando en el engaño.

- Si vas a empezar con la botella me avisas y yo me voy para la mierda. – Contesto secamente cepillándose su hermoso cabello. Lo pude ver desde la puerta.

- ¡Pues vete a la mierda! – Le grite para darle cuerda.

Ella salio furiosa del baño e ingresando al cuarto se coloco su falda mas corta y sus botas de siempre al acto. Se me subió a la sien toda la sangre al verla tan sexy saliendo un viernes en la noche. Yo tenía hambre de ella, pero me negaba a comer. Tenía un lado lleno de odio que siempre me decía: No. Era obvio, ella tenia otro, pero yo me llenaba de alcohol para no imaginarla junto a el.

Para ese momento ya todo iba mal. Yo bebía de noche y dormía de día, entre mi cuarto nublado y sin nadie al lado, pues Imelda nunca estaba. A mi me gustaba quedarme dormido y soñar con ella. En ese momento solo era mía en sueños, y presentía que saldría corriendo de mi vida en cualquier momento. Y no erré.

Una noche me encontré con ella en la puerta y mi estado de ebriedad no me impido detectar que ella habia estado con otro. Entramos a nuestra casa en medio de la interminable disputa. Yo le dije que ella era una puta y que yo no la amaba. Ella se rio de mi y se fue a dormir. Yo entre corriendo detrás de ella y le suplique que me amara. Que sin ella, yo no era nada, pero ella se quedo mirando la pared y en su silencio, se quedo dormida. Por ella yo volví a beber. Tal vez nunca deje de hacerlo. Es muy duro tener una mujer como Imelda. Yo trate de hacerlo todo, pero al final se me desbalancearon los ejes, se me apagaron los faros, me quede sin gasolina, y yo tan imbecil mande a revisar el carro, en vez de revisarme a mi…

Eso paso hace algunos años. Eso paso así. Así vi mi maldición nacer. Ya amaneció y yo estoy acá solo. No hay nadie aquí. Me levante afanado y me duche cansado y me fui volando otra vez al mismo lugar. Ya no pienso nada bueno por mi. Ya me olvide de todos los demás.

El bar esta oscuro, como siempre, por los vidrios ahumados por el asombro de todos nosotros, fieles borrachos, residuos de vasos rotos por la mano vulgar, que alcoholizada, nunca se cansa de levantar la botella y protestar, por la que se fue. Mi vieja nunca me lo dijo, pero con el amor hay que tener cuidado. Yo lo aprendí del modo inadecuado, sufriendo en la quimera de pensar que si puede ser, pero desde la primera me entregue al dolor, el cigarrillo y la desesperanza. La sangre no se cansa, y el destino me entrego un puñado de flores en forma de mujer, aprendí a perder, y sin orgullo, me convertí en un perdedor. Ahora gasto mis días oscuros entre malandrines, bohemia decadente y licor. Fumo por no poder hacer otra cosa. Aborrezco los jardines, pues siempre me recuerdan a Imelda. Me quedo dormido en la incomoda silla dándole de comer al rencor, me abraza el frio de la pared descascarada, donde deposite mi alma cansada. Mis fieles amigos me dan aliento, se sientan, comentan, y beben en nombre de mi pena, hasta que me pongo contento. La luz del mediodía me recuerda que falta mucho para que sea otro día, entonces llamo a la mesera y entre el humo del tabaco, yo comento siempre la misma historia, hago filosofía y me olvido por momentos de mí. Pido otra canción en la vitrola, la misma de siempre, la que me recuerda que no somos nada. Salgo al amanecer, tambaleante por la calle olvidada, donde vomito y no hay nada que hacer, y me voy llorando hasta llegar a mi casa, donde espero el final de la alborada para quedarme dormido.

Desperté esa mañana, sabiendo que tenía que olvidarla, pero no sabía olvidar. Imelda y su corazón. Su mirada cansada de buscarme sin encontrarme, hasta que algo le dicto su razón y la maleta en la puerta me aviso que todo habia terminado. Yo cerré los ojos, pues la habia perdido, solo era un jardinero infeliz, solo era un despojo, ella su decepción habia curtido, y sin mas demora, se marcho de aquí. Imelda me habia amado, y yo tambien. La alfombra de la sala fue testigo de esa fuerza pero ella se entrego a la decepción de ser yo un fracasado. Un símil comparativo destructivo y de antaño, reboso entonces por su boca cuando me dijo que yo era un cabron. Recopile casi diez años de mi vida en esa palabra y para desquitarme torpemente, la mande al carajo. Ni una lagrima asomo en su rostro, y yo, desesperado, mande una paloma verbal con la palabra: “Espera” pero esta no fue mensajera y tras la puerta desapareció. Ella tenia su encanto peculiar, desde la primera vez que la vi lo supe, y cuando me fui a vivir con ella, tambien me entere, que sin duda, me iba a quedar solo. Tome su cuerpo cuando aun estaba joven, vigoroso y delicioso. Imelda ya sabía como era todo, pues con otro hombre ya habia vivido. Tambien corriendo de el habia partido, y ahora era mi turno. No supimos ganar la partida con Imelda, y en la arena, el capote se me soltó y la grada no asomo ni un pañuelo blanco. Yo la vi por primera vez, sentada al lado mío, pero yo miraba sin comprender, noble bruto al parecer, porque mi reino es el del revés. Pero ella supo tejer la red, y yo, adherido y consiente, me di ánimos en la pelea y con calzón morado intente noquear, no tire la toalla y salí noqueado…


CONTINUARA...

5 comentarios:

  1. Quién sos? te parecés a Gary oldman en la fotito!

    Saludos
    :)

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  2. HOLA CAS

    JEJEJE...ES CIERTO...PERO NO...SOY STAROSTA, Y NADA MAS...NADA MAS...

    UN SALUDO
    STAROSTA
    (UN PRODUCTO DE SU IMAGINACION)

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  3. Permiso.

    Me parece ver cosas que me recuerdan "La insoportable levedad del ser" de Kundera...
    Un abrazo, Colega.
    Espero la próxima entrega.

    P.D.: Un amigo esta interesado en que lea lo que él escribe, http://giosator.blogspot.com/ (ese es el link). Creo que se agregará como seguidor suyo tan pronto usted lo haga con él.

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  4. De haberme visto con los ojos cerrados a lo mejor esa publicación habría resultado en el otro Blog jaja.
    Un saludo, estimado Colega.

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  5. Sigo.

    La verdad no lo había pensado, pero ahora que sí, todo en J. S. Rueda es y fue visto no sólo con los ojos sino con los demás sentidos.
    Pensaré seriamente en cambiar o no el nombre.
    Gracias pues.

    Hasta pronto.

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