HOLA A TODOS:
Durante algunas entregas estaré compartiendo con ustedes mi nuevo libro, titulado Ne Me Quitté Pás, un relato que en realidad comencé hace muchos años pero que nunca terminaba porque siempre ocurría algo y no podía continuar escribiéndolo. Finalmente había abandonado la idea de seguir con la historia, pero de un momento a otro este año, el relato se mostró solo y me guió hasta el final. Espero que les guste, o por lo menos les deje una idea, alguna opinión, o algún malestar. Gracias.
STAROSTA
(RAFAEL BEJARANO)
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I
Me he
sentado a terminar por fin este libro, la segunda semana de Junio. Estoy
escuchando a Los Beatles y me siento extraño de estar de nuevo frente a mi
computadora escribiendo un libro. Hace mas de un año no escribía ni una sola
línea y hoy, por fin me animo a volver a esa vieja manía, a esa vieja
condición, a este terrible oficio del escribir, porque a pesar de que
físicamente no me sienta en condiciones de hacerlo, las ideas en la cabeza a
veces no paran y se convierten en una maldición que no deja dormir, no deja
descansar, no le da paz al cuerpo.
Estoy
intentando escribir una historia sobre una banda de rock underground, pero no,
no me sale. Llevo años escribiendo fragmentos, tratando de llevarla a algún
lado, pero no logro terminarla. Es que me gusta mucho escribir cosas sobre la
música. Yo no soy músico. Soy un escucha de la música. Y por lo tanto guardo
mucha información, porque mi historia con la música se remonta a…no se.
En realidad desde siempre escuchamos música. Desde que estamos en el vientre de
nuestras madres tenemos un beat que no para de sonar sobre nosotros: El corazón
de nuestra madre. Nacemos con un ritmo marcado desde el inicio. Somos hijos del
ritmo. Aunque yo no se bailar…Pero eso no me ha impedido
escuchar música. De hecho, nunca he podido dejar de hacerlo. La música es algo
que nos llena de vida. Es como tomar distintos tragos, algunos son más suaves,
pero otros son muy fuertes. Muy fuertes. Pero no hablemos de alcohol. De hecho
ya no me gusta salir a tomar. No se por que de un momento a otro las fiestas y
el trasnochar, completamente ebrio en cualquier calle, empezó a simbolizar un
montón de cosas negativas para mi. Algo en mi esta cambiando todo el tiempo. No
puedo ser el mismo de hace diez años. No puedo ser el mismo de la última
navidad. No puedo ser siquiera, el mismo tipo que fui el día de ayer.
Yo
crecí en algo que podría llamar fácilmente un barrio de clase media-baja. Un
barrio popular que lleva el apellido de una de las familias politiqueras
populistas del Líbano. Un pueblo incrustado entre montañas en el departamento
del Tolima. El barrió Jaramillo. Pero era una calle agradable, excepto por la
vecina de al lado, que siempre miraba a los demás como un montón de mierda,
porque era separada, y porque se le notaba la rabia de serlo, con dos hijos, en
un lugar lleno de guacherna. Al frente vivía doña Rosalba, una vecina que
siempre nos vendía yerbas que nadie más tenia para curar algunos males.
Recuerdo que ella me enseño alguna vez para que servían los pétalos de una flor
llamada porcelana. Al abrirlas y ponerlas a asar por unos instantes, estas
expedían una sustancia que, aplicándola en el oído, curaba de inmediato la
otitis. Y créanme, si funciona. Fui curado más de una vez de ese dolor con esa
flor. Y si…era un barrio
que estaba bien, aunque yo siempre sentía que había una sensación muy
violenta flotando en el aire. Siempre fui un transeúnte intranquilo de sus
calles. Incluso hoy, si volviera a caminar por allí, sentiría lo mismo. Esa
extraña situación en la que sientes que alguien te espía detrás de una cortina.
Esa mirada de algún vecino cargada de rabia. Pero una rabia rara. No se como
explicarlo…
Mi
casa era una casa tradicional de esos pueblos cafeteros: Una sala comedor
enorme, techos de 2.10 metros de altura, cinco habitaciones, dos cocinas, un
patio, un baño, y un enorme solar, en donde la abuela tenia sembrado de todo.
Incluso había un lugar donde secar el café mojado que traían de la finca. Y
claro, el infaltable cuarto de san alejo. Yo viví con mis abuelos paternos, pues mi madre se fue muy rápido al cielo. Y
bueno, hay cambia todo. En casa también vivía una prima que al igual que yo, término
viviendo con los abuelos y allí crecimos, juntos, y siempre agradezco a los
viejos que me dieron su compañía y cuidados.
Yo no
aprendí ni mierda en la primaria, a pesar que cuando niño fui un chico
brillante… ¿Por qué no decirlo? Era el mejor de mi clase.
Obtenía las mejores notas, los elogios de profesores que enseñaban lo poco que
sabían y ya. Nunca nos dieron herramientas para ser un poco mejores de lo que
el destino nos tenia preparado. Se limitaron a seguir la pobre guía académica.
Pero bueno, pudo haber sido peor…Solo
odie a una profesora, la de música. Olga se llamaba la cabrona esa. Olguita le
decían todos a una vieja gorda con lentes gruesísimos de aumento increíble, que
le daban ese aspecto de lechuza mojada. Nos hizo comprar una flauta y nos
enseñaba a leer las notas en el pentagrama. Yo siempre me sentí atraído hacia los
instrumentos musicales, pero nunca pude aprender a tocar la flauta. Ocho años
tenía yo en ese entonces, creo. No tengo ni la mas puñetera idea de cómo se
toca una flauta. Y yo se que todo fue por culpa de la vieja verrionda esa
que no hacia sino joder con sus negras y
corcheas mientras aplaudíamos con las palmas los tiempos… ¡Pero
la vieja nunca nos dejaba tocar la flauta! Siempre decía que después, que
después. Y allí se quedo la flauta, llena de polvo, olvidada en algún cajón.
Que hija de puta…
Cuando
uno empieza a crecer, el mundo, de alguna forma
se hace muy chico. Pero no es que el mundo en si lo sea, es el mundo en
el que empezamos a nacer y a crecer, el que se hace diminuto. Y entonces uno
quiere salir de ese mundo a otros mundos. Y en tu cabeza empiezas a tener una
vida, no se…muy surrealista. Y a mi me paso. Recuerdo que
en el bachillerato fui un marginado los primeros años, y un rebelde, los
últimos. Tenia una ira adentro mío que no sabia como canalizar, entonces me
gustaba desarmarlo todo. Me gustaba provocar a la gente. Fui un irrespetuoso
por curiosidad y un irreverente por convicción. Invente ese otro mundo en donde
vivía metido. Y allí apareció la música. Recuerdo que eran principios de los
años noventa. Y claro, la industria musical había sufrido un enorme cambio. La
música alternativa era ahora lo comercial. Y eso vino de la mano de Kurt
Cobain, todo el movimiento grunge y también toda esa movida indie inglesa.
¿Estamos hablando de rock? Si. Es mi respuesta. No voy a hablar de otras cosas
más excelsas, más sofisticadas, más académicas. Yo me muevo en un territorio
más vulgar. Por eso escucho rock. Aunque si confieso que lo escucho en todas
sus variantes. No soy de esa gente estúpida y egoísta que solo escucha un
género específico, porque lo demás le parece malo, feo, suave, o al contrario,
le parece muy pesado, muy oscuro, o muy marica. No. Yo disfruto con casi todo
el rock que cae en mis manos. Y lo que no escucho, no es porque me parezca
malo, es simplemente porque yo como individuo no encuentro en ese panorama algo
que me aporte, entonces ahí no lo escucho. Eso a titulo personal. En la radio
pasaban música buenísima y había ciertos programas en la noche que eran
excelentes. Recuerdo una emisora que ponían los lunes por la noche rock en
español de toda Latinoamérica y era estupendo. Y las emisoras comerciales
también eran muy buenas, porque lo comercial era escuchar rock alternativo. Y
la música es la banda sonora sobra la cual empiezas a vivir experiencias, y
muchísimo mas en la adolescencia. Cuando pensé en todo eso me anime a terminar
de escribir esta historia, pero, como les dije, no me salió...
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NO SOY LO QUE PAREZCO....Y USTED TAMPOCO.
¡Qué emoción leerte de nuevo!
ResponderEliminarMuchas gracias por leerme siempre. Yo creo que estoy en de construcción, que mi paso por el mundo de las letras fue un chispazo fugaz.
Por otra parte, es una delicia leerte, tu voz que no cambia. Desde ya espero la siguiente entrada.
Como siempre, bienvenido de vuelta y mil abrazos.
Sus