viernes, 28 de enero de 2011

LOS CORAZONES OCULTOS (2)






CAPITULO 2



- Son las ocho y treinta de la noche. Sean bienvenidos a su programa “Los corazones Ocultos” Soy Mariana y en el master como siempre, nos acompaña Harry. Hoy es martes 3 de Octubre y continuamos con el segundo capítulo de su radio novela. Gracias por los e-mails recibidos con sus opiniones sobre el programa. Continuamos:


“Maribel llego a su pequeño apartamento el cual compartía con sus padres y su hermana menor y se dejó caer en su cama… Una sonrisa se dibujó en su rostro, tomó uno de los cojines que había en su cama, se lo puso en la cara y gritó de alegría.

No podía creer lo que le estaba pasando, Juan Manuel era el tipo de hombre que toda la vida se propuso tener, pero claro, su único obstáculo era el anillo que tenía en su dedo anular. Por otro lado era de nuevo el aprender a sentir dentro de su pecho esa palabra llamada amor. El bendito amor. Sus ojos cerrados recorrieron de nuevo el color de su pelo, el calor de sus abrazos y el sabor de su lengua, la misma que disparaba frases ingeniosas y figuras sensuales en su espalda. Sintió unas ganas tontas de reírse de alegría y lo hizo, camuflada debajo de las sabanas de su propia cama. Algo la estaba llamando desde el fondo de su corazón y ella estaba aceptando esa llamada, completamente desarmada y entregada. Maribel sabía bien que estaba enamorada, pero era un secreto para ella sola, algo que no se puede dejar salir a la luz. Las abrumadoras sombras de su soledad se desvanecían ante la evidencia indiscutible de su nueva relación. No habría con quien hablar de sus sentimientos, pero para eso estaban las sordas paredes, los pensamientos transparentes y el mar de viento de la capital, al cual siempre se le puede confiar un secreto.

El periódico aquel día amaneció en el más extremo caos. Esa madrugada había sido abatido por el ejercito uno de los cabecillas principales de las fuerzas insurgentes de la nación y la primicia era el premio mayor. Maribel llego con casi una hora de retrazo y las reprimendas no se hicieron esperar. Ella tan solo vio pasar como un rayo fugaz de la puerta hacia el ascensor a Juan Manuel, y no hubo tiempo siquiera para una mirada o un gesto. Tendría que esperar para volver a verlo en el trascurso del día.

Juan Manuel entro a la sala de redacción, la cual hormigueaba de personas que trataban de hacer su trabajo al doble de la velocidad.

- ¡Vida hijueputa Juan Manuel, casi no llega! – Lo recibió Abelardo, su jefe, el cual estaba pegado al techo por la demora de éste y por el estrés propio del momento

- Yo… - Alcanzo a balbucear.-

- No me diga ni mierda – Repuso Abelardo. –Después hablamos. Por ahora lo importante es sacar la edición. Son casi las nueve de la mañana y los proveedores no han recibido nada.

- ¿Y por que? ¿Qué paso con la imprenta?

- ¡No me joda Juan Manuel! ¿En que planeta vive? No ve que esta madrugada se bajaron al “Mono” Y los del periódico “El observador” ya sacaron la noticia y a nosotros nos toco rehacer toda la publicación de hoy… Nos ganaron la chiva ¡Reaccione y a trabajar! Necesitamos sacar esto en quince minutos máximo…

- Si señor…. – Repuso avergonzado Juan Manuel mientras se quitaba el saco y se remangaba la camisa. Seria un largo día.

Realizó un rápido consejo de redacción para saber en qué estaba cada uno de sus periodistas y qué información diferente había para así capotear los ejemplares que ya había vendido “El Observador”.

Fue un día agitado y muy movido; el cenicero lleno de colillas y un centenar de vasos de icopor con rezagos de tinto, eran el reflejo del día que había tenido Juan Manuel.

- Juan Manuel podemos hablar – le dijo Abelardo cerrando la puerta de su oficina.
- Claro Abelardo, toma asiento, espérate le paso el teléfono de esta fuente a Manuela para que lo pueda entrevistar y ya estoy contigo.

Cuando regresó, encontró a Abelardo viendo por la ventana y fumando un cigarrillo.

- Ahora sí, cuéntame que pasó – dijo Juan prendiendo un cigarro.
- Hace cuanto te conozco Juanito
- Toda una vida Abelardo… ¿Por qué?
- Mira no estoy acá para hablar de tu falta de compromiso que últimamente has tenido con el periódico, sino por una llamada que hace menos de 20 minutos recibí y que supongo tiene que ver con todo este bollo en el que estás metido.

Juan Manuel aspiro profundamente y fuerte su cigarrillo

- ¿Quién te llamo?
- ¡Pues gran pendejo, tu mujer! quería corroborar que ayer te habías quedado con los directivos en una reunión hasta las cinco de la mañana.
- déjame explicarte…
- Mira, Juanito, no quiero saber, yo te conozco de toda una vida, pero ya eres un viejo de 40 años para no saber cómo ponerle los cachos a tu mujer. Solo quiero que te quede claro que yo no quiero líos de faldas en mi empresa y por eso espero que esta niñita con la que estás teniendo tu affair no tenga nada que ver con el periódico ¡Y que esté bien buena! – dijo Abelardo mientras apagaba el cigarrillo en un pequeño espacio que quedaba en el cenicero del escritorio de Juan Manuel. - ¡Ah, se me olvidaba! Le dije que estuviste trabajando justamente en la chiva del guerrillero abatido en combate, ¡Dile tú lo mismo y no la embarres más!

A continuación, le dio tres palmaditas en la espalda y culminó su visita con un “Buen trabajo Juanito, Sabía que podías. Vamos cinco mil copias vendías más que la competencia.”

Hasta ese momento no había pensado en Maribel, el día había estado muy duro y eso le gusto, porque se daba cuenta que podía manejar “esta aventura”. Aunque ahora su preocupación era María del Carmen, tenía mucha rabia. Cómo se le ocurría llamar a su jefe a “Corroborar información” aunque Abelardo era amigo de la familia, había que saber separar los asuntos familiares de los laborales. Era tiempo de dejar de ver a Maribel por un par de días para calmar a su mujer y sus intentos fallidos de Sherlock Holmes.

Al pasar por la recepción la vio, pero solo se limitó a decir un ‘hasta mañana’ y mover la mano mientras seguía su camino.

- Hasta mañana “Doctor” - dijo Maribel sin poder ocultar su descontento por la forma en que la estaba tratando.

Terminó los requerimientos que su jefe le había pedido, cogió su bolso y salió a tomar el transporte urbano para irse a la casa. Mientras caminaba pensaba en si era conveniente llamarlo a su celular y después de meditarlo una y mil veces, se armó de valor y lo llamo. Timbro las 5 veces reglamentarias y se fue a buzón, volvió a intentarlo y de nuevo buzón…

Tomó el bus, se sentó, esperó cinco minutos y volvió a llamar, pero esta vez Juan Manuel había apagado su celular.

Un corrientazo pasó por su estómago y por primera vez, odio darse cuenta que ella era la amante, la sacrificada, la segunda y le dolió, porque posiblemente su corazón no saldría bien librado de todo esto.

Maribel vivía en el popular barrio “La Santamaría.” Un sitio lleno de zonas comerciales donde se podía encontrar de todo: Discos y películas piratas, billares, tiendas de ropa traídas de toda la región antioqueña, a precios baratísimos, de las cuales Maribel se había valido mas de una vez para encajar sus hermosas curvas en jeans y camisetas ajustadas, ya que siempre aprovechaba las promociones del: Tres por treinta mil pesos. Una zona amplia de abasto que siempre hormigueaba los fines de semana. Ferreterías, panaderías, y una o dos casas, eso si muy bien disimuladas, de prostitucion, en donde los hombres del sector, en su mayoría trabajadores de construcción y obreros de empresas, iban a dejar la mitad de sus sueldos, en busca de la promesa de bombillas rojas del “Estoy para lo que quieras” Bares de salsa, merengue, bohemios, en los cuales casi siempre se le podía ver a Maribel acompañada de Liliana, amiga y consejera fiel de ésta desde que estudiaban en el colegio y con la cual siempre conservaron una gran amistad. Esa noche decidió irse a tomar unas cervezas con ella, a pesar del sermón de su madre, que le reprocho la llegada tarde de aquel día.

- Anoche llego a la madrugada y esta noche otra vez para la calle… ¡Que belleza!
- No me demoro mamá…Solo voy a verme un rato con Liliana…
- Claro…Siga saliendo con esas amistades y vera como le va a ir…Pero a mi no me venga después acá con la barriga llena de huesos Maribel porque le juro que la echo de esta casa….¡El hogar se respeta carajo! ¡Maribel! – Terminó gritando la señora mientras la chica cerraba el portón con fuerza tras de ella.

La noche estaba fría y algo lluviosa, como todas las de Noviembre en la capital. Liliana llego puntual a la cita y juntas se encaminaron al bar “Macondo” En donde Vicente, amigo de las chicas, era el propietario.

- Esta noche quiero beber y bailar, amiga… - Le dijo Maribel a Liliana apurando un sorbo larguísimo de cerveza y encendiendo un cigarrillo.

- ¿Pero que…Despechada Maribel?
- No que va…Si le contara en las que ando.

Y entre sorbo y sorbo de cerveza, Maribel le contó a Liliana su aventura con Juan Manuel.

- Y lo peor es que hoy le marque al teléfono y no me quiso contestar la llamada… ¡Hasta me apago el celular este desgraciado!
- ¿En serio? ¡Mucho cabron! – Repuso Liliana encendiendo otro cigarrillo.

- Yo no se ni que pensar…Pasamos una noche apasionada, ni te cuento que nos hicimos el uno al otro y unas horas después, a duras penas y el saludo…Eso me pasa por pendeja. Y lo peor de todo es que… ¡Creo que me enamoré de él!
- ¡Hay no amiguita, no te lo puedo creer!
- En serio... Ese tipo es el hombre de mi vida.
- ¿Pero qué te pasa? ¡El tipo es casado!
- Yo se, pero…Ah….que rabia tengo. Soy una tonta. Una estupida. Y con esa forma de actuar hoy de él, me siento utilizada. Que mierda todo…

El sitio estaba lleno a esa hora de la noche y las dos muchachas habían percibido a unos galanes que estaban en una mesa de junto, mirándolas desde que llegaron.

- ¿Y esos tipos que? – Repuso Liliana. – Será que se animan a venir a invitarnos a bailar o se van a quedar toda la noche mirándonos como unos bobos…

- Pues yo en este momento, solo quiero divertirme a ver si dejo tanta pensadera, venga yo les doy un empujoncito a ver… - Dijo maliciosa Maribel y acto seguido, se quedo observándolos y les disparo una coqueta sonrisa.

Como era de esperarse, el cóctel de picardía fue tomado con prontitud por los muchachos y a la siguiente canción, Rodrigo invitó a bailar a Maribel y Sebastián a Liliana.

Maribel estaba sin estarlo, aunque le había dicho a su amiga que quería emborracharse y bailar hasta el cansancio, su mente estaba pensando en él. No dejaba de revisar su celular y aunque siempre lo encontraba tal cual como lo había dejado, no perdía la esperanza de al menos, hallar un mensaje de él.

Rodrigo no estaba nada mal, recién graduado de Publicidad, con trabajo estable y con buena pinta. Lo que más le gusto de él, era su aroma, le encantaba como mientras bailaban, el sudor hacía que ese olor se le impregnara en su cuello y su pecho. Y entre canción, cerveza, cigarrillo y unos cuantos baretos, Maribel cayó.

Después de besarse apasionadamente, Rodrigo le susurró al oído si quería ir a culminar la noche y ella solo atinó a responder.: “Ya entrados en gastos...”

Liliana ya se había ido con Sebastián, así que Maribel decidió tratar de olvidar a Juan en los brazos de su nueva aventura.

Llegaron a un modesto motel, en donde “El rato” costaba la módica suma de quince mil pesos; el publicista le quitó la ropa y no podía creer lo que se iba a comer esa madrugada, - “¡Que mujer!” – pensó. Le beso cada parte de su cuerpo, quería atrapar con sus labios esa suavidad, ese color y ese olor de la piel de aquella mujer. La acababa de conocer y ya la quería cerca por más de una noche…

Mientras tanto, Maribel sin pensarlo, empezó a tergiversar el rostro de aquel joven, a tal punto de lograr su cometido; no estaba a portas de tirar con un desconocido, sino con su Juan Manuel.

Maribel, volteó a Rodrigo (O ahora Juan Manuel) y le hizo sexo oral como ella sabía hacerlo, lo mordió suavemente hasta llegar a sus labios, mientras su mano derecha lo masturbaba.

Esa noche, por primera vez en su corta vida, Maribel tuvo que imaginarse a otro hombre para poder llegar al clímax y fue tanto su asombro, que cuando terminaron no soportó más. Agarró su celular y llamo a Juan Manuel.

Sonó y sonó pero mandó a buzón, desnuda en aquella cama, con Rodrigo al lado, dejo el mensaje:

- Oiga… ¡Que se ha creído! Que puede tirar conmigo cuando le plazca y simplemente desaparecer así como así… ¡Pues está muy equivocado si me cogió de parche, gran estúpido!

Rodrigo, no entendía lo que pasada, simplemente se vistió y dejó a aquella mujer sola en ese cuarto de motel.

Maribel prendió un cigarrillo y entre bocanada y bocanada, escuchaba como la lluvia golpeaba en la ventana de aquel cuarto con mil y una historias como ella acababa de vivir”


- Sigan en sintonía con su emisora “Todas las voces” Me despido por esta noche. Soy Mariana y antes de despedirme, un servicio social: La empresa de productos lácteos “”La vaquería” Solicita personal entre los dieciocho y treinta años. Los interesados, comunicarse al…





NO CAMBIE DE EMISORA. SIGA SINTONIZADO




CONTINUARA...


Escrito por: Vane prada y Starosta

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