viernes, 30 de julio de 2010

UN MISIL EN TU PLACARD (6)




YO DIGO: NO EXISTES


Un efecto de guitarra en distorsión tremolada. Tú y yo en el borde. Alguna vez, esa vez, planeamos hacernos todo el daño que pudiéramos llegar a hacernos en la cáscara de nuestros sentimientos. El formol de los dos corazones emanaba avisando la muerte entre todas nuestras amadas cosas. Pequeñas cosas. Las que ya no significan nada. Las que ahora se están dejando llevar por el silbido de un colibrí de pilas doble A. Dos pares, para ser más impreciso. Y ese vibrar de alas que van dictando una sentencia desafiante. Yo encerrado en mi rincón, digo fuerte a la pared: No existes.

La polaroid sobre la silla distrae y a veces toma vida y se mueve como una imagen tipo Gif, pero es todo mentira. Es solo un brillante truco de apariencias. Las tuyas. Siempre encantadora de serpientes de cestos de mimbre disecados de porcelanicron. Un movimiento entre las sombras de la sala y yo respiro y pienso que tu presencia es mi pesadilla. Apago todas las bombillas de mi casa y grito enloquecido en la oscuridad: No existes.

Como un tic, extraño, nervioso, precioso, estoy sacando de lo más profundo de mi garganta todo lo que no se dijo en el momento indicado y las arrojo fuerte contra esa pared, que no me deja verte. Los gestos se van pegados a ellas y el impacto resuena como los taco aguja que te pusiste el día que apareció en tus labios una despedida de papel para envolver regalos, en el que me dejaste envuelto el molotov, junto a la puerta.

A pasado toda una noche, en la cual me he reencarnado en un cuerpo embalsamado, en el que mis pesadillas se convierten en visiones demenciales a las cuales atesto golpes una y otra vez a esas mismas caras, las mismas que me gritan en coro: Te has enloquecido. Y en el juramento de mi marcha errante, temí por mi cerebro, atrapado en el medio de las tramas del traje más vulgar que tenias en el placard, y proclamo: No existes.

Quizás sea el momento de tomarme una revancha de finas proporciones. Pasar una cuenta de cobro al fisco del amor, porque si, porque me da la gana, aun tenemos cuentas que saldar, y si los satélites están observándonos y no puedo meter mis manos en el cenicero, entonces para quedar al día, deslizare mi puño por tu espalda, después de hacerte el amor de mala manera, por esto, yo digo: No existes.

Ahora aquí en mi rincón, en soledad, solo veo los mismos destellos contra la pared…


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ESTRELLAS

Sentado en los anillos de saturno, el buen principito II, ahora todo un hombre, contemplaba todo lo que irradiaba esa noche, que tenia algo de especial, pues sobre el lago de una supernova resplandecía. Principito II sentado, esperaba una tenue, pero inmaculada aparición, de esencia nebulosa, la misma de siempre. Imagino su rostro, recordó lo vivido, y sonrío con un pequeño asomo de lágrimas en sus ojos. Recordó esas palabras sabias que escucho en la canción: “Cuando esta mas oscuro, todo empieza a verse mas claro en tu constelación” Esa melodía lo marco, cuando vivía allí, en su cielo X-Playo.

Principito II recordó sus gustos, finos, como porcelana oriental dinastía Ming, que lo educaron. Recordó todas esas canciones oídas que salieron de la estación en FM de Júpiter, en verano. La recordó entera, exquisita, su cuerpo lunar, su aroma encantado, ella, un refugio celestial, y el PH de su saliva en su lengua. Se recordó perdido en el cosmos, en la via lactea, en la inmensa quietud del universo. Ella. Toda ella.

En ese instante se hizo visible el milagro. Una crema de estrellas lo cubrió todo. El ruido se hizo alas y el principito II la pudo ver, desde el más allá, y lloro feliz y agradecido, pues ella lo estaba llamando. Ella lo estaba llevando a su lado en su nueva constelación. Y el subió.

Violonchelos de vidrio astronómico resonaban en el Big Bang de la pureza, anunciando la llegada del amado compañero a aquellas comarcas infinitas. Y todo se durmió.


FUERZA GUSTAVO!!!