RIO MAGDALENA
Estoy acá observando la extensión
tenaz de tu hermosura y respirando el aroma de tu brisa fresca, no puedo evitar
sentirme conmovido al verte, me quedo de pie en la orilla del puente de Honda observándote
viajar. Y al ver la belleza verde y los remolinos que forman tus aguas hasta
cruzar, dar la vuelta y desaparecer, siento que mi tierra me cobija y me llama
para que no olvidemos de dónde venimos.
Los pescadores rebuscan en tus entrañas, deseando tener suerte, como hicieron
sus padres, harán sus hijos y sus nietos. En la orilla dejan de remar y atracan
sus pobres canoas y con actitud optimista rebuscan en las redes los peces.
Cantan mientras trabajan, comparten, venden y beben cerveza fría a la orilla,
con el mismo ritmo firme. El ritmo del pescador. Humildes respecto al dinero,
pero con un corazón que es moneda fuerte. Los guaduales en la distancia lloran,
como dijo el maestro Villamil. La corriente eleva el ritmo de tus aguas
poderosas, quisiera yo también entonar la misma melodía, pero no. No tengo el
compás. Solo me quedo escuchándolo todo, desde el puente. Sigo buscando la ruta
que me lleve más arriba, voy para el Líbano, recorro el Tolima. Rio Magdalena,
caudal querido. Rio Magdalena, rio de Colombia.
Ahora la corriente está más
brava. Sobre sus aguas viajan los vestigios de nuestra historia. La fuerza está
en lo bueno de nuestra idiosincrasia. Transmitir nuestros valores no nos cuesta
nada. Rio Magdalena, me enseñaste que el que aguanta es el que existe, sigues
tu camino sin mirar atrás, nunca atrás. Depende de cómo se mire, algunos pueden
llegar a verlo triste, pero eres el ejemplo de persistir cuando simplemente
seguiste. Descubrí con el tiempo que conocí mi tierra cuando me fui. Cuando
empecé a extrañar la gente, las costumbres, el barro, el aroma, los lugares, la
vegetación. Y no fue por melancolía, fue porque empecé a conocer simplemente
las cosas en las que uno no se había fijado antes. Al ver las aves que se
elevan sobre las aguas del rio, quisiera ser como un pájaro que al despuntar la
mañana, despierta y le canta al mundo el canto de una ilusión. Me gusta sentir
al roble que se queda mirando como todas sus hojas caen al rio y se despide de
ellas en silencio, mientras navegan hasta perderse en lo infinito. Rio
Magdalena nacido en el páramo incontenible, acunado por las enormes rocas,
desflorador de todas esas selvas vírgenes, que el repasa sin retomar aliento. Solo
los barcos en la bravura de su recorrido hacen saltar la espuma, esa misma, la
que se va como las ilusiones que nos depararon dichas pasajeras. Y en sus
tropicales atardeceres, todos los colores se refractan en sus aguas, formando
un impresionante oleo que ningún Dalí, ningún Picasso, ningún Van Gogh podrían
reproducir jamás. La belleza de tu estampa es única, y no puede ser
reproducida. Rio Magdalena que en tu transitar perenne unes los lugares, las
gentes, las tradiciones, todas las voces, todas las tierras en una sola, y a
eso es a lo que todos llamamos patria. ¡Rio Magdalena, orgullosamente
colombiano!
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Cantaba al remar en su canoa a ritmo firme el pescador...
Cantaba al remar en su canoa a ritmo firme el pescador...
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