V
Insectos alimentados de sangre
succionaron mi alma hasta dejarla seca. Ahora todo lo que hago es recordar. Recuerdo
aquellos días en los que llovía todas las noches. El pueblo se quedaba a
oscuras y solo las luces de los relampagos traspasaban los ventanales de vidrio
martillado y me hacían esconder bajo las cobijas, pues yo solo quería dormir.
Soñaba con la reina de mi valle interior. Yo la sostenía entre mis brazos pero
nunca podía ver su rostro. Cada vez que intentaba adivinar sus ojos, su boca,
sus mejillas yo me despertaba y me quedaba sentado en el borde de mi cama
observando el vendaval que caía sobre mi ventana. El pueblo se convertía en una
isla que venia del cielo. Temí que esa isla se hundiera, y al final si ocurrió,
pero solo en mis pensamientos. Fue como despertar y ver que todos los demás se
quedaron dormidos por siempre. O al revés. No sé. Recuerdos de una época en que
los árboles se vinieron al suelo. Llegaban del monte camiones cargados de
madera y entonces vino el tiempo de reedificar. Siempre me cautivo ver la
madera que se cruzaba en mi pared con las vetas en el mismo sentido. Su color e
incluso su olor generaban en mí una sensación de resguardo. O era la casa de
los abuelos la que me daba esa sensación. El tiempo no tenía ningún valor,
ningún peso. Yo no era consciente de mi vida, nada me importaba. Esa época se
quedó impregnada en mí. Recuerdo vagar entre muertos, caminando sin rumbo
alguno entre las hileras de tumbas del cementerio. Esa extraña paz, ese frio
que hace erizar la piel, ese vacío de tiempo y espacio. La soledad. La eterna
soledad que emana del lugar donde descansan aquellos que se han ido. Nunca tuve
miedo de estar allí, pues nunca vi a nadie regresar, nadie nunca se despertó.
Nadie recobro su forma de aquellos restos desarmados encerrados en bóvedas
oscuras. Recuerdo que intente generar sonidos que pudieran despertar a los
muertos. Pero nadie se despertó en lo absoluto. ¿Alguno de los que están allí
habrá muerto de amor? ¿Sera que es cierto que alguien se murió por eso?
Recuerdo el período en que el cielo era negro.
Y no fue por el invierno. Es que yo siempre lo veía así, porque todo mi ser se
sentía entre nubarrones, oscuridad y tinieblas. Eran las épocas en que yo te
visitaba y nos sentábamos en silencio al borde del andén y esperábamos a que
pasara el tiempo observando el cemento. Recuerdo el olor de los cigarrillos y el
sabor del alcohol rabioso bajando por mi garganta. Recuerdo que nos
sentíamos como si estuviéramos cayendo por un agujero negro que no tenía fin y
en ese momento nadie ofreció sus manos para poder sujetarnos. Nada detuvo
nuestra caída, excepto la dura realidad que me hirió como una filosa piedra.
Pienso en ti y en todo lo que nos pasó. Todo ocurrió por simplemente un beso. Todo el ayer en mi
fue solo un breve momento.
Sabemos que hemos alcanzado el final, solo
que no sabemos cómo. El recuerdo no es la vida y no es amor. En la oscuridad
por un segundo estoy seguro de ver esa sombra de tristeza que me está llamando.
Deberíamos dejar que todo volara. Y todas las lágrimas que lloras no son
lágrimas por mí. Tampoco tus lamentaciones, tu pena, tu forzada desolación. Todo
simplemente se escapa de las manos. Así que si no te queda nada que decir solo
di adiós. Voltea la cara hacia lo lejos y vete. Ahora hay largas noches en las que
permanezco tirado y despierto y pienso en lo que he hecho, nunca me sentí tan
viejo. Todo se ha ido. He
malgastado mis sueños más honestos y me reprocho en lo que me he convertido en
realidad. En nada pienso, en nada creo y a pesar de lo fuerte que lo intente siempre
sentiré remordimientos. Recuerdo la primera vez que nos besamos. Nuestro primer
contacto. El olor de tu cuello en el verano. Sí, he de confesarte algo: Yo nunca olvidaré.
Todas las caras, todas las señales se
enredan y la luz se siente radiante y resplandece sobre los limpios muros donde
mi sombra y las sombras de los fantasmas de mi alma se la pasan jugando juegos
inexpresivos que me aturden, me hacen sentir aislado y confundido. A veces
estoy sufriendo donde todos los demás bailan. Todos los sonidos permanecen
igual de gélidos en mis oídos. Espero poder abrir los ojos ensombrecidos, dejar
de sentir que pasan por mis huesos mil horas desperdiciadas en un día. Mi
rostro es tan malo como lo ha sido mi vida, he bajado finalmente los brazos.
Quisiera borrar todo lo que sé, pero no puedo negar que te conozco.
Siempre camino en estas calles después
de la lluvia, entre charcos y asfalto. La llovizna que llega tarde a la cita con la
tormenta borrará mis pasos, así como lo hace el humo y el alquitrán. Siento que
con los años empecé a quebrarme y a dejar trozos de mí ser desperdigados por
todas partes y ahora soy solo un fragmento perplejo, sin equilibrio y sin piso
en el trayecto de lo que se supone es la ruta de la vida. Dicen que el recuerdo
es una forma de encuentro, pero yo no te encontré en las cosas que yo recuerdo
de ti, al contrario, siento que cada vez que te pienso me vuelves a dejar solo
y eso me daña más. No tengo futuro ni pasado. Si me quedo aquí hay un espíritu
desertor que me hace huir de mi realidad. Es extraño caer en cuenta cuantas
veces he pensado en desaparecer completamente. Me reprocho la levedad de mis
sueños y mis intenciones en el mundo. No sé, soy una cadena de cosas que no se
refractan correctamente en mí, nada es lo que se supone. Supongo que así es
esto. Sólo el amor y la muerte cambian todos los sucesos de nuestro trascurrir.
E irónicamente no tengo ninguno de los dos en mí. Este mundo es prometedor y
hermoso solo de la puerta de mi casa hacia afuera. No se trataba de correr
lejos de ti, ni tampoco detrás de ti. Solamente viniste y te fuiste y eso es
todo. Realmente pienso que tú deberías cuidar tu amor y tu odio hacia mí. Guárdalo
en un lugar seguro en tu mente o en tu corazón, donde prefieras, pero no lo
olvides nuca, pues cuando ya no este, tú me definirás. Quiero que esto sea la
última cosa que hagas por mí. ¿Cómo conseguimos este alejamiento? Pensé que
este amor duraría siempre…
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Siempre Estaré Aquí...
Por muy larga que nos parezca la vida, nada es para siempre.
ResponderEliminarExcepto la vida que muere y vuelve a nacer.
Asi es querida Tecla. Gracias por venir.
EliminarMe encanta cómo consigues que sienta como propia la angustia y muerte en vida de él.
ResponderEliminarNadie muere de amor, no creo. Como tampoco nada es eterno.
Besos.
¿Sera que nadie muere de amor?...Yo pienso igual que tu...pero..quien sabe....Besos!!!
EliminarHas conocido a alguien que haya muerto por amor? Yo tampoco,jajajajajajaj
EliminarBesos!!!!!
Mira que si...una vez...hace mucho...
EliminarEntonces no puedes pensar como yo, tú ya has visto que alguien muere de amor. Sigo sin creer en eso, quizá sea como el santo aquel; si no lo veo, no lo creo.
EliminarSi....tienes razón...una vez si ocurrió. Fue una historia muy triste y cruel. La había olvidado, y ahora, por tus palabras, la recordé. En fin...Gracias por hacerme recordar cosas tristes!!!! jajajaja..mentiras, besos...sigo sin saber quien eres, donde estas, donde vives, no se nada...eso también es cruel...no se...digo yo
EliminarTú eres un producto de mi imaginación y yo tu mayor pesadilla, jajajaja
EliminarBesos.
* el resto tiene solución :)
¡¡Ay, el amor, querido amigo!!
ResponderEliminarQue bien trasmiten tus letras ese cúmulo de sentimientos que nos embargan alrededor del amor.
Saludos
Infinitas gracias por tus palabras. Un abrazo.
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