III
Enterrado en un vacío ciego me levante
esta mañana más cansado que ayer. Soñé contigo. Tuve una pesadilla en la que tú
estabas muerta a la orilla de un río.
Recuerdo que en mi terrible sueño me desperté a las tres de la madrugada.
Descubrí que en realidad me levantaba del suelo de mi habitación y no sé por
qué recordé que yo llevaba dos días tirado en el piso y había
alguien más tirado al lado mío. La atmósfera del cuarto era extraña. Parecía
que todo estaba como sumergido bajo el agua. Era un azul pero raro. Como que
todo lo metalizaba. Yo no podía ver más allá de aquel cuarto. Las ventanas no
daban a ningún lugar. Entonces vi como
ese alguien empezó a moverse intentando levantarse del suelo. Sus manos estaban
temblorosas, sus piernas, su cabeza, todo en aquel hombre estaba tembloroso. Ágilmente
se pone de pie y me tapa la boca con esas manos grises para evitar un grito mío.
Pasan los instantes y esta situación continua
y empiezo a desesperarme. Quiero moverme, o despertarme, pero la escena
es estática, nada ni nadie se mueve en aquella habitación de paredes cromadas. Intento
pensar para poder moverme más lento. Entonces me libero de esas manos y las
tomo con fuerza. Pero una fuerza sobrenatural, como todo lo que ocurre en los
sueños. Siento los huesos de sus dedos crujir y quebrarse ante mi dominante
fuerza, y entonces salgo disparado hacia la pared. El ente ha desaparecido.
Estoy solo en el cuarto azul. Pero ya no es mi cuarto. No reconozco donde
estoy. Intento en vano buscar la puerta pero no la encuentro. Parpadeo y
aparezco afuera de aquella habitación. Empiezo a avanzar por un larguísimo
corredor de piso ajedrezado y paredes blancas, pero nunca llego al final. Deseo
detenerme pero avanzo en contra de mi voluntad. Si tan sólo fuera aquí el lugar
adonde voy, si esto fuera real, pero entonces tomo conciencia que estoy en un
sueño y deseo despertarme, pero no puedo. Sé que tengo que abrir los ojos. Pero
es justo cuando pasa algo más bizarro aun: Me prendo fuego con una vela encendía
que esta al final del pasillo. Empiezo a arder pero no siento dolor, solo
percibo las dentelladas de luz en las paredes y yo sigo caminando. Por
curiosidad acaricio las llamas y descubro que son tan suaves que hasta parece
que fuera piel, es suave, cálida, familiar. Escucho aullar tu voz, resuena a
través de los gruesos postes, las paredes, todo el lugar. Me ensordece, me hace
postrarme de rodillas. Corro enloquecido y atravieso la enorme puerta. Afuera
está lloviendo. Empiezo a sentir como mi ardor se apaga. Veo gente extraña a mí
alrededor. Todos se detienen de un momento a otro y se dan vuelta. Se quedan
observándome y me hacen una señal para que guarde silencio. Entonces me quedo
rígido y estas personas se acuestan en el suelo y se quedan profundamente
dormidos. Parece que se hicieran los muertos realmente. En un instante recordé
todo. Y al instante lo olvide todo de nuevo. Es justo cuando algo
dentro de mí me dice cómo se siente ser nuevo. Y esa voz empieza a
multiplicarse en todo aquel lugar, esa voz ingresa por aquel pasillo de pisos
ajedrezados, retumba como una caverna infinita, son mil voces murmurando que es
verdad. Entonces intento prestar atención y descubro que cada una de esas voces
en realidad es tu voz, que me susurra ahora al oído. Es cuando me despierto y
quedo sentado en el borde mismo de mi cama. Y estoy solo. Y el frío envuelve mi
cuerpo…
Me levante en la mañana con más
incertidumbres que certezas, buscando torpemente la lata de café en la alacena.
Al tomarla note que uno de mis dedos estaba cubierto por una escama extraña y
no podía moverlo. No le preste mayor atención y continúe mi día, hundido en mis
amargos pesares, asfixiado por la soledad y la falta de amor y cuidado en mi
vida. Hay un aire enrarecido en mi casa, lo percibo con cada respiración, puedo
sentir el tiempo pasando a través de mí como agujas de un reloj lleno de
crueldad. Encendí la televisión y empecé a pasar canales indiscriminadamente
sin fijarme en nada en particular. La escama en mi dedo continuaba creciendo y
me dirigí al baño a lavarlo con agua del grifo. Tome una barra de jabón e
intente en vano retirarla, pero no caía. Termine de lavarlo, me seque la mano
con cuidado y me senté junto a la ventana a observar los autos y a la gente
pasar. Transeúntes tan rígidos como los juguetes que se mueven como si
estuvieran balanceándose, así como los
árboles que se mecen por efecto del viento. A pesar de ver a ese grupo de
personas, recordé cuando ella me hablaba sobre el mundo vacío, de gente que
camina sin ideas, sin sueños, sin esperanza. Personas con los ojos vidriosos,
silenciosos, como hombres grises capturadores de tiempo. Caminan como si fueran
un ejército, haciendo todo lo posible por ser intrascendentes, buscando todos
los caminos para que sus vidas estén mal. Yo soy uno de ellos. Un soldado
desertor, un corazón delator enterrado bajo el suelo. Vanidoso de estar
combatiendo en la guerra de este mundo vacío. Si sólo pudiera decir “No me
interesa” y no sentirme tan contagiado y espantado. Si sólo mis ojos se
cerraran...
Siento que vivo en una cima, un lugar
donde nadie va. Todos los días me quedo aquí, sin salir, postrado y cansado.
Sintiendo que todo lo que necesito es estar contigo, suplicando por tu regreso,
como todos los demás lo hacen. Todos siempre vuelven, excepto tú. ¡Por favor
regresa! Por favor regresen todos. No importa en qué forma lo hagan, así sea con
los ojos como las aves emponzoñadas. Necesito sentir la mirada de alguien sobre
mí, para no sentirme tan aislado. En mi cabeza crecen las dudas con un tono gris
de tristeza, mi ánimo se aplasta, el reloj sigue girando sin hablar, vivo engullido
por las formas fantasmales de la vida que se escurre en redes de polvo. Mi edad
arruina mi esperanza y solo puedo lamentarme y esconderme.
El tiempo de mi vida se ha vuelto
traicionero…
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Siempre Estaré Aquí...
Qué triste es sentirse asfixiado por la soledad, qué bien describes la amargura, ese ánimo que está por los suelos.
ResponderEliminarMe gusta mucho como escribes STROSTA.
Un lujo estar aquí.
Besos.
Hola Maria, para mi es un lujo que me leas. Un abrazo
EliminarEs una auténtica y terrible pesadilla,
ResponderEliminarAnímate y ríete del mundo.
Que solo tenemos una vida.
Hola Tecla..Y si, para el personaje de la historia es una pesadilla total. Mi vida en cambio brilla!!! Gracias por tu visita. Un abrazo
EliminarUn auténtico muerto en vida.
ResponderEliminarLa angustia traspasa la piel.
Besos.
Hola Prozac!!! Gracias por tu visita.
EliminarDescribes muy bien la angustia y soledad.
ResponderEliminarPlasmas bien las emiciones.
Un abrazo y enhorabuena.
Hola Amapola, muchas gracias por tu visita y tu valioso comentario. Un abrazo.
EliminarExcelente narrativa.
ResponderEliminarUn abrazo al son de nuestro maravilloso bunde tolimense.
Señor Ricardo: Un gusto que este por aquí, Muchas gracias por su visita. Un abrazo.
Eliminarme encanta como escribes
ResponderEliminarMe encanta que me visites
EliminarRealmente angustiosa pesadilla la del personaje!!
ResponderEliminarAunque hay realidades similares sin ser sueños.
Muy preciso el relato y profundamente emotivo
Saludos
Gó
Muchas gracias por tus palabras Go. Y si, esa linea entre el sueño, la realidad y la pesadilla a veces es muy delgada. Un abrazo.
Eliminary yo, que jamás he tenido una pesadilla??
ResponderEliminardebe ser angustioso, y a veces las pesadillas se confunden o traspasan a la realidad...
será que yo llego tan cansada a la cama que quedo literalmente en coma....
besos.
JAJAJAJA...Probablemente tengas un sueño muy profundo!!!! Besos. Gracias por venir.
EliminarUn relato estupendo que me ha tenido en vilo, y casi con la misma angustia del protagonista, menos mal que he mirado por la ventana y he visto todo mi mundo, jajaja.
ResponderEliminarFantástico, un placer y un abrazo.
Hola Elda. Que bueno que todo tu mundo sea lindo y te reconforte. Brindo por eso, porque a mi me pasa igual. Un abrazo.
EliminarINTENSO
ResponderEliminarTEXTO
LLENO
DE
VOS
ABRAZO
MUCHAS
EliminarGRACIAS
POR
TUS PALABRAS
ABRAZOS